Resumen de la obra realizada
- EMEDELACU
- 3 oct 2024
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Los mundos tienen en su esfera marcados los grados de progreso que deben alcanzar en un tiempo marcado que es el de la justa medida en la vida que toma en el depósito universal, cuyo trabajo ha de realizarlo en seis días, destinando un séptimo al disfrute de sus bellezas y progreso.
Esto en los mundos más inferiores a los de expiación y mayores o de progreso y luz, se desarrolla normal porque en los primeros la Ley obra (sin el concurso del hombre diré para vuestra comprensión) porque la inconciencia no les exige pago alguno hasta que la Justicia trasplante aquellas familias al mundo expiatorio donde deben pagar todos los vidrios rotos; y en los de progreso y luz, que son los mundos más arriba de los de expiación, se desarrolla la vida igualmente normal porque aquellas familias ya sabias y libres de sus deudas están en equilibrio con la Ley y todo es para ellos satisfacción en sus obras que cada vez más los enriquece.
Yo os digo que este punto no es más que el resumen de la obra realizada, por lo que lo que no comprendáis no lo dudéis, sino estudiadlo y entendedlo en mis otras obras, sobre todo en el “Conócete a ti mismo” y con vuestra razón lo confirmaréis, aparte de que lo tenéis confirmado en la “Filosofía Enciclopédica” por el Espíritu de Verdad y Maestros de la cosmogonía, que confirman la obra realizada por los Misioneros, los que dieron a María el título de “Reina del Amor”.
Hecha esta salvedad diré las cosas como si las supierais ya por las obras aludidas y por vuestra razón, porque sólo aquí tiene el objeto imprescindible de descubriros la verdadera grandeza de María, nuestra Madre en Ley Divina y humana.
La Tierra, pues, tomó vida en un desprendimiento o nacimiento del Sol, para 123 millones de siglos.
Pasó en su gestación cargándose de gérmenes de todas las especies, pero errante por el espacio de los mundos del sistema solar, sus hermanos, que, en Amor, Justicia y deber depositaban en aquella masa ígnea los gérmenes de sus riquezas que en su tiempo en la recién nacida germinaría, según estaba ya marcado en su esfera reguladora, pasó digo en esa gestación 23 millones de siglos.
La preñada (admitid la frase), en su mismo feto es sujeta por la Ley de atracción y gravedad a su radio de acción en su órbita, que agrandaría periódicamente por su desarrollo y evoluciones y desde aquel momento un Espíritu Maestro la ordenará en sus revoluciones y preparará todas las cosas para producirse con matemática precisión cada cosa en su instante marcado y así fueron germinando todas las especies de los tres reinos en 45 millones de siglos.
Ya estaba la Tierra en toda su bruta potencialidad, había desarrollado todos los gérmenes que recibiera, y llegaba la hora de aparecer el hombre ordenador y purificador de todas aquellas fuerzas, energías y riquezas, pero la vegetación exuberante y el reino animal en fuerzas tenían en sí las sustancias en purificación, que habían de constituir el cuerpo y el alma del hombre, que debía regir y embellecer aquel edificio de fuertes pero toscos materiales y había que juntar todas las esencias de los tres reinos en un depósito donde el Espíritu tomara las sustancias y fabricara sus cuerpos e individualizara en partes toda aquella alma en las que se envolverían los Espíritus, para obrar su acción.
Mas tampoco podía entrar el hombre sin luz continua y de las escorias habidas hasta entonces en el inmenso trabajo de purificar materia, la Ley dispone su aprovechamiento y todo lo tiene que hacer la tierra, como en todos los mundos porque esta es la Ley y ya todo preparado, el Espíritu Maestro toca todos los resortes de su potencia y hace explotar la tierra y romper su corteza en pedazos, saliendo el montón de escorias despedido por la fuerza centrífuga y va a colocarse a la distancia que la atracción y gravedad le indica y esa es la Luna que os alumbra en vuestras noches de amor o de cuitas o de insomnios, y quedan envueltas todas las especies de los tres reinos por las aguas y la tierra convirtiéndose todo en una masa informe para volverse a reproducir las especies refundidas en sus sustancias y ganando en firmeza y belleza de frutos todas las especies de antes que ya no parecerán las mismas y queda la Tierra gestando al hombre en el silencio y alumbrada de día por el Sol y de noche por su reflejo en la Luna, y en esa gestación pasan 10 millones de siglos y cuenta ya la tierra 78 millones de siglos en la historia de los mundos.
Aparece el hombre en la forma “mágica” que queda escrita en el “Código de Amor” como Ley y en el “Conócete a ti mismo” como estudio real de los hechos y de su aparición y del nacimiento de la tierra, el Juez de ella hoy, María su mediador, y algunos otros de los Misioneros lo hemos presenciado en espíritu, porque por la Ley el Espíritu Maestro puede prever los hechos del mañana, y sabíamos lo que acontecería por eso en la Tierra, porque también sabíamos la salida de los Espíritus que habían de poblar la Tierra y en el Espíritu seguimos sus evoluciones.
¿Habríamos podido desde el momento de la aparición del hombre en la Tierra dominarlo y hacerlo andar por camino derecho? Esto hubiera significado injusticia y pagar los Maestros las deudas de los discípulos y, además, cada uno tiene su parte que hacer en la creación y otro no puede hacerla por él, sino ayudarle y aconsejarle.
Mas aconsejar a los niños es como predicar a los monos y por más que en el espacio se les aconsejara, lo que importaba era enseñarles el trabajo, que lo demás vendría a su tiempo, la moralidad, la cordura, el sentimiento, todo nacería con la satisfacción, la hartura y el hastío de las cosas de la carne, porque la Ley es justa y sabe que la única corrección eficaz y de provecho es la hartura, es saciarse del apetito, porque dormir los apetitos no es saciarlos, no es dominarlos, como no saciamos al estómago enseñándole los manjares sino comiéndolos y la Ley lo da todo, lo único que exige es la medida para no causar daño a un segundo ni aún a un tercero.
Pero como no reina el Amor, como aún no tienen conciencia en su alma, que la tienen que hacer precisamente con los apetitos o instintos dominados, el derecho es del más fuerte y cometen toda clase de atropellos y fechorías hasta llegar al momento del derramamiento de sangre y aquí la naturaleza se muestra enojada y hace demostraciones de sus fuerzas por tremendas tempestades, volcanes en erupción y temblores de la tierra y los niños traviesos corren despavoridos y empiezan a gustar de la compañía y del temor nace así un principio de reconocimiento y llega a percibir sobre sí algo que le estremece y llama a lo que no comprende y en su niñez idea la adoración en lo que alza a la materia, que es lo que únicamente alcanza y se irá refinando hasta constituir Religión que lo esclavizará, pero se escarmentará en ella a su tiempo.
La humanidad de la Tierra aparecería para un período igual al que la tierra había gastado en su ascensión máxima de desarrollo que es desde que fue sujeta a su órbita, hasta el parto en que dio la Luna, página imborrable de su proceso y por lo tanto la humanidad, tenía que desarrollar todo el progreso que marcaba la tierra en 45 millones de siglos, si lo sabían regular el mal no existiría, pero los atractivos de la materia les hizo ser desmedidos, naciendo el antagonismo y de éste las pasiones que se enseñoreaban en todo el mundo.
Pasaron millones y millones de siglos y cada vez se engolfaban más en la pasión, porque desde que hicieron diferentes Religiones el terror y el odio no les daba descanso a las matanzas y no parecía terminar el drama y habían consumido en derroche más de 44 millones de siglos, cuando la naturaleza hizo una manifestación de desagrado por el proceder de su huésped, el hombre, que en vez de administrador, era el derrochador y el tirano y hundió un gran continente, que es lo que cubre el océano Atlántico y la tradición llega con el nombre de aquel continente, donde se hospedaban todos los vicios más refinados, hasta llegar a la más estúpida degeneración.
Este cataclismo ocurrió, hace ahora 87 siglos, y detuvo un algo los juegos peligrosos del resto de los hombres y 29 siglos más tarde se celebraba la Mayoría de nuestro hermano mayor Neptuno, de donde fueron sacados para su curación, aquel puñado de descontentos que debían preparar la Tierra para que pudieran llegar los Misioneros, pues es tan sabia la Ley que aprovecha de las escorias para sanar los lodazales y que puedan caminar los Maestros y llegó el momento ya descripto de la descensión del Juez, precedido por la intrépida mujer que había de ser la Madre de todo un mundo por la Regeneración debida a su esfuerzo, secundada por los 27 que la seguían y ordenado en Leyes por el Legislador, por orden Mayor.
Ahora bien, se marcaba ya el límite de la Ley para señalar el máximo progreso material, sin el cual no puede empezar el progreso del Espíritu y su reinado; este progreso había por Justicia que implantarlo antes del Juicio de Mayoría y no llegaban a un 10 por ciento los seres de la Tierra que estuvieran dispuestos para recibir el progreso; habían gastado 44 millones y 250 mil siglos sin alcanzar más progreso que el desarrollo más estupendo de las pasiones y faltaban sólo 57 siglos para que la Tierra entrara en el máximum del progreso material y empezara el Reinado del Espíritu, previo Juicio de Mayoría y Liquidación. ¿Quién se atrevería a tamaña obra? ¿Había de triunfar la injusticia sobre la Justicia?, esto no reza en la Ley del Creador. Quien se atreviera no faltaría en el Universo por la Ley de Amor, pero de no haber voluntarios la Ley señala a uno por deber de Justicia y si éste, que es el Juez y Legislador no bastase, está el Espíritu Maestro o de Verdad, pero no se da ese caso nunca para la redención de los mundos porque el amor a creado seres como la Intrépida María, que con sólo su Amor por arma son capaces de redimir un mundo en cada momento, pero la Tierra, triste es decirlo, ha costado más que mundo alguno y han sucumbido muchas veces todos los Misioneros en sus cuerpos, no excluyéndose ni el Legislador ni aun el Espíritu de Verdad, que por Amor, por afinidad, y para dar valor a sus hermanos los Misioneros encarnó varias veces y esto nos indicará qué clase de luchas habrán sido las sostenidas por ese puñado de titanes y os lo justifica la diligencia con que Eva renacía en todas partes y hasta dos veces en un siglo, como Sara y Rebeca y esto no cabe más que en un Espíritu que es todo Amor, cuyo blasón es la misma Ley Suprema de Amor que condecora la frente del Luchador.
Así es grande María, así es inimitable en las luchas y así sólo puede el Espíritu ser grande, ganándolo todo por su esfuerzo, porque lo dado de gracia si no envilece, no eleva ni da poder, ni está en la Ley que el Padre dé más que la vida, porque ésta es su riqueza y nuestra grandeza para poder llegar a nuestro progenitor demostrando la vida en formas porque él nos la entrega incorpórea pero no inmaterial.
Venid, venid Teologías, Dogmas y Ciencias, Religiones y Supremáticos, desmentid esta historia verdadera de la más grande criatura de la Tierra como Mujer y como Madre en Ley y como cabeza y tronco del gran árbol que cubre toda la Tierra con sus frondas verdosas y sazonados frutos, que no habéis podido destruir con tanto error y opresión.
Yo soy el Juez mandado y también el primero y último racimo de la cepa fructífera de Eva-María y ni como Juez os desecho, aunque en Justicia os sentencié, ni como hijo de María os repudio porque sé que vuestro equívoco es hijo de vuestras pasiones y yo como Juez tenía por deber, y María por afinidad y Amor y aún en el acto de Justicia de ella fue la última palabra, momentos antes de la sentencia, que coloco aquí como fin de esta reseña, y ella lo dice todo.
Mas antes de transcribirla voy a insertar el cuadro que corone a María en su grandeza por los hechos realizados en la Tierra y los números por una vez sirvan de blasón al intermediario omnipotente.
No puedo en Justicia, eliminarme yo de la nómina, porque aparte del cargo de Legislador y Juez, siempre hube de actuar por mi deber correspondiente como Misionero que ayuda a los voluntarios y así somos en la lucha 29 y todos aparecieron en la Tierra más de veinte veces y sólo en dos existencias aparecimos juntos bajo el mismo hogar y las dos veces bajo los mismos progenitores, Adán y Eva, y Noé y Noema.
Somos pues 29 y los seres a salvar dos billones de la Tierra más 8,500 millones caídos de Neptuno y descontando ya los que estaban dispuestos a recibir el progreso que no llegaba al diez por ciento y tenemos así, en números redondos para cada Misionero 70'000,000.000
¿Qué trabajo representa la catequización de setenta mil millones de fieras en figura de hombres para un solo Misionero? ¿Es grande el mérito de cada uno? Pues por razón de la Maternidad en María, Madre de todos, toda esa grandeza es sumada a su blasón, porque es de los hijos de su Madre e indiscutiblemente y como esos setenta mil millones redimidos por cada uno son hijos por su afinidad y los Misioneros son hijos naturales de María una y muchas veces, los hijos de sus hijos, hijos suyos son en toda Ley y queda probado científicamente que María es Madre en Ley Divina y hermana de toda la humanidad y lo va a probar ella por su palabra autorizada y confirmada.
Es ésta y fue la última que se les dirigió a los Espíritus tres días antes de la sentencia final:
Abril 2 de 1912.
Estamos en el último segundo, más bien dicho, estáis en el último segundo en que podéis permanecer en la Tierra y sus espacios; la tregua se termina y quisiera que mis lágrimas de Madre tuvieran algún valor para vosotros; porque, aunque no estamos con vosotros desde el día fatal que con refinada malicia y conocimiento de causa agregasteis el nombre de Cristo a mi hijo y desde ese día no han cesado mis lágrimas hasta hoy mis lágrimas amargas por vuestra malicia, sabedlo y oídlo bien por última vez, las habéis causado vosotros, porque ese Cristo de oprobio era sobrepuesto a mi hijo Jesús, fruto de mis amores legales, justos y naturales con mi esposo José, dentro de todas las leyes Divinas y Humanas y lo que vosotros decretabais y hacíais artículo de fe, era contra la Ley y me ponía en cualquier caso fuera de la Ley y falta de fidelidad a mi esposo y a eso me habéis expuesto ante la opinión de muchos, que estudiando la fisiología natural, la Ley única de la procreación y sabiendo que no de otro modo sino por la cooperación del hombre puede nacer otro hombre, si Jesús era hijo adoptivo y era tenido en unión de José, su madre había faltado a su fidelidad.
Esto, agregado a la infamia del Cristo apócrifo ha sido la causa de mis amarguras y de los tormentos de Jesús.
Desde ese momento no estábamos con vosotros, pero mi Amor de Madre, las Doctrinas de Amor de mi hijo y la esperanza del cumplimiento del juramento de mi otro hijo me dieron valor, nos acrecentaron el Amor y sufrimos tan largos siglos. ¿Qué hicisteis pobres obcecados? Hacíais lo contrario de lo que Jesús os dijo: “Yo vine a hacer la voluntad de mi Padre”.
Y como vosotros os opusisteis por el dogma a la voluntad del Creador, Jesús se retiró y habéis tenido el Cristo y no es Jesús, pero es a Jesús a quien cargasteis de oprobio.
Pero Jesús ha sido justificado por los Espíritus Maestros de todos los mundos; él anunció sin excluirse de responsabilidades al Espíritu de Verdad y por él es justificado y su Madre reconocida en la Ley general por todos esos Maestros y horas faltan para que Jesús será rehabilitado en Juicio Universal y la cruz de triste memoria queda ya enterrada en el polvo pasando a la mitología, por el esfuerzo del que Juró rehabilitarlo, mi otro hijo amado, fruto del mismo Amor y sus otros afines que comulgan en la Ley del Padre.
Vosotros habéis falseado los principios y hecho leyes a lo Torquemada, para sostener la falsedad y el orgullo que creció en vosotros hasta humillar a los monarcas, para lo que no reparasteis en medios, falseándolo todo y en cualquier forma, porque vuestra arma funesta la divinizabais con el nombre de Dios.
¡Cuántas lágrimas ha derramado mi alma! ¡Qué incesantes trabajos para acudir en auxilio de los Mártires del pensamiento, teniendo que presenciar vuestros horrores, en eso tardamos un tanto en recibir sus Espíritus, que serían los que harían la obra de redención!
Pero por fin llega el Juicio anunciado por Jesús, por fin os es descubierta la falsedad de vuestros dogmas, por fin se os hace ver que la caridad con que quisisteis cubrir vuestra maldad es sólo una hermana menor de las virtudes y un sarcasmo a la vista al llamarla “caridad cristiana”; Jesús proclamó Amor, no proclamó caridad; la caridad es del Cristo y el Amor de Jesús es el Amor del Dios Amor que os escribe el Anticristo con tinta de toda la Cosmogonía, que no podéis negar, porque habéis visto cómo los Maestros de los Mundos de Luz le trajeron su Luz y su Amor; porque habéis visto que esos mundos son una realidad y os la han mostrado y hecho palpar por los mismos Maestros, para que meditéis en el último segundo y para ello os han hecho ver las moradas de hierro y fuego que habréis de habitar en el momento de la Sentencia que os dará el Juez, el Anticristo a quien habéis desfigurado, pero que aunque no lo reconocéis no podéis negar, porque visteis al Espíritu de Verdad que lo confirmó y justificó y porque habéis visto y oído que toda la cosmogonía lo confirmó y justificó, porque habéis visto y oído la última palabra de Jesus, de Amor, para vosotros sus verdugos en cuya presencia dio confirmación y lo justificó, y porque me oís a mí aun a vuestros pesar, pero retenidos por la Justicia de la Ley que lo confirmó y le agradezco sus esfuerzos por derribar para siempre la Cruz de nuestros tormentos.
También agradezco a sus Secretarios la gran parte que en la gran obra toman en cumplimiento de misión y afinidad y agradezco a todos vosotros hombres, y piadosas mujeres que oís y cooperáis con vuestra fe y voluntad, porque es justo que el Juez no debía estar sólo en su tan grande trabajo, sino que se viera animado por vuestra compañía, y el Padre, y en su nombre yo la Madre del Amor, Jesús que ya descansa y el Espíritu de Verdad representante del Padre, os lo agradecemos y os damos nuestro Amor.
También para vosotros, Espíritus de Maldad, tengo Amor. ¿Cómo no lo he de tener, si entre vosotros, por vuestra maldad, por vuestra lujuria, por vuestra pasión, salía una voz lastimera y de agobio, en la mayor amargura del corazón de esas pobres a quien esclavizabais? ¡Pobres monjas engañadas! A María acudían con su corazón despedazado y el alma herida y lloraban ante una imagen que muchas de ellas vieron llorar, no la imagen, sí mi Espíritu por esa materia y a otros sonreír, porque yo me manifestaba siempre en todas formas para llevar el consuelo a todo corazón afligido: ¿Cómo no os he de amar, si había entre vosotros mismos, sabios varones que fueron mi consuelo y en mí adoraron el Amor del Padre? ¿Por qué vosotros, ciegos y sordos por voluntad, no tomasteis ejemplo de esos sabios varones que amaron la verdad y descubrieron el escándalo de la religión?
No queráis condenaros a tremendos sufrimientos y sacrificios: habéis visto las moradas de hierro y fuego y no les sentís horror porque no habéis palpado y vivido en su horror; pero luego de la sentencia no habrá remedio, largos serán los siglos que pasarán hasta vuestra rehabilitación y al fin tendréis que reconocer entonces la Ley y al Juez que hoy no reconocéis.
También aquellas moradas son del Padre, allí también llega el Amor y no os podéis quejar de su Justicia, os da la medicina que os tiene que curar, es amarga, pero es eficaz, hasta allá también irá el Amor de esta vuestra Madre de Amor, allí también irá el Amor de Jesús y allí también resonará un día la voz de la Justicia, como hoy en la Tierra.
Estáis un momento más en la Tierra; no podéis negar nada, sin dudar nada, todo, el Padre en su Amor, os lo ha mostrado, ¿por qué no acatáis la Ley? ¿Por qué viendo lo que habéis visto y comprendido que el Juez y sus Secretarios estando en la Tierra encarnados, se elevan sin dejar sus funciones de hombres, hablan y recogen el Amor de aquellas moradas de dicha, conversando con sus mismos Maestros? Os ofuscáis en vuestro orgullo, habéis habitado palacios y vestido púrpura y mantos y no habéis podido elevaros a aquellas mansiones de bienaventuranza y… estos… pobres… y olvidados en un rincón del mundo, ganando con su rudo trabajo el sustento material, reciben la visita, la palabra y el Amor de otros mundos de Luz y al anunciado por Jesús, el Espíritu de Verdad.
Estos… pobres y olvidados en un rincón de la Tierra, se elevan y viven la vida del alma en Luz en las moradas de dicha, son Consejeros en Sión y allí son confirmados ante las maravillas del Padre.
Vosotros, poderosos y conocidos en la faz de la Tierra, no habéis recibido a Jesús, a María, ni Espíritus de Luz, ni al Espíritu de Verdad, a pesar de que los pedíais en vuestras reuniones; allí no podía entrar el Espíritu; la densa niebla de vuestra maldad no permitía la entrada de la Luz; donde se reunía el orgullo y la supremacía, nada tenía que hacer el Espíritu de Dios; éste tenía señalado el día de las vindicaciones y en él estamos; es el último segundo y la palabra de la Madre de Jesús, es la última palabra que se os dirige; yo os pido, yo os suplico en Amor, meditad, acatad la Ley. Pero si vuestra ceguera no os dejar acatar y reconocer al Juez, nada más podemos hacer en nuestro Amor y allí os visitaremos y confortaremos en vuestras luchas.
Pero no olvidaréis en vuestras conciencias el acto que se celebra, recordaréis que el Tribunal está compuesto de la voz, la vista y el oído del Padre; que el juez tiene el poder, oye la intuición que es el soplo del Espíritu de Verdad, la palabra de los Espíritus de Luz dicha por uno de sus secretarios y confirmada ésta y las maravillas de los mundos por la vista del otro y en su vida reclamaréis este Tribunal que tiene las llaves de las moradas del Padre.
No olvidaréis en vuestras conciencias que de la caridad hicisteis un arma innoble, que recibisteis el principio Santo y prevaricasteis y está la conciencia que os acusará siempre y logrará romper las tinieblas que os cubren.
Venid, ved, no temáis, acercaos, ved la bondad y el Amor del Padre que deposita su poder, su Amor y su Justicia en los hombres humildes, que como vosotros han caminado por el mundo; pero ved escrita su historia y ved cómo se levantaban con fuerza y emprendían de nuevo la lucha y esto os probará que sólo el esfuerzo de cada uno lo eleva.
El Padre lo da todo, pero hay que conquistarlo por el trabajo y el Amor. ¿Quién no ha caído en su paso por la Tierra?, pero, la voluntad y el Amor todo lo pueden; quered y amad y os levantaréis.
Ejemplos vivos os doy: no os hablo de mí, no os hablo de Jesús ni del Espíritu de Verdad, ahí los tenéis como hombres sin dejar su trabajo para ganar su sustento, estudiando como hombres, como hombres discurriendo y elevándose como Espíritus por sobre la materia y remontándose a las alturas, rasgando con su Luz las tinieblas de los espacios, pasando nebulosas y llegando hasta donde la Ley los lleva: es el resultado de su esfuerzo.
Pero, los odiáis porque os han descubierto, porque en su esfuerzo han derribado la cruz, vuestra arma y el Juramento anula el Cristo y salva a Jesús; vosotros los odiáis, nosotros por ello les damos las gracias y nuestro amor.
Os vais… mis lágrimas son las últimas que debían poner a prueba vuestra dureza, no las atendéis, yo os compadezco… pero llevad mi Amor y os visitaré y ayudaré en lo que la Ley permita, esto será el pago de vuestra última intentona con la que nos habéis herido hoy, pero el Amor y la Justicia han triunfado; no habéis podido truncar esa misión grande y nuestro dolor se convirtió en alegría y ya no podréis nada contra ella ni contra nadie.
Retiraos y meditad en este último segundo.
Ahora bien, hijos amados y piadosas mujeres; el Amor cede su puesto a la Justicia. Triste es para quien ama ver la ceguera de esos desgraciados, mas es su voluntad y tended una súplica para ellos.
Mis lágrimas de Madre debían ser la última prueba del amor.
Gracias hijos amados, por vuestra ayuda al Juez y saber que él es el Anticristo, por los Consejos de Sión reconocido, por el Espíritu de Verdad proclamado, justificado por toda la Cosmogonía, que lo ratificó Jesús y que la Madre de Amor Justifica y así mismo al Tribunal, en la gran parte de misión que les toca.
Ya la Tierra entra en la Luz y cesan mis lágrimas, acaba el tormento de Jesús y la cruz queda enterrada en la mitología.
Estad firmes, amad mucho a esos pobres que se van al sufrimiento y reine la unidad entre todos.
Mi Amor os dejo, con el de Jesús y todos los Espíritus del Padre… y para todos, besos, Amor y flores y el reconocimiento de vuestra Madre.
María de Nazaret.
Os queda pues comprobado que María es el intermediario condecorado por el plebiscito universal y ésta es su grandeza verdadera, la que le da el poder omnipotente, y omnímodo porque obra sólo dentro de la Ley del Padre.
Libro: Vida de María
Autor: Joaquín Trincado