¿Quién prendió la mecha de la conflagración?
- EMEDELACU
- 15 jul 2023
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Actualizado: 17 jul 2023

546. Entremos ya en juicio. Unos dicen que el causante de la guerra, es Guillermo; otros, Francisco José; otros, el Rey Pedro; otros, el padrecito Zar, y cada uno le echa la culpa a una entidad conocida, según su querer y entender. No. Aunque todos los gobiernos (hasta los que están neutrales hoy, que luego no lo estarán todos y apenas quedaron neutrales tres) todos son responsables y lo pagan; pero, el culpable es sólo el cristo y cobra.
547. Mas lo cierto es que, uno era el encargado de encender la mecha y la encendió, y ese es, Francisco José, que, aunque como hombre no sea católico ni cristiano (y se puede probar con la gran amistad que tiene, con el rabino Israelita residente en Viena, que quizás no sea casual que se llame Moisés), esa amistad casi fraternal de los dos viejos, buenos, trabajadores y venerables, demuestran claramente que, Francisco José, como hombre, no es católico ni cristiano. Que como Emperador, tenga que serlo, como ha dicho no ha mucho, el joven Alfonso XIII, respondiendo a su conciencia, o quizás para llamar la atención de quienes le pudieron tildar de católico, y él contestó: ¿Qué puedo ser si no católico?, como diciendo: el rey no puede ser más que lo que le marca la Constitución que le hacéis jurar; dadme otra, y seré lo que la Constitución sea, pero a pesar de eso, estuvo largo tiempo España, sin representante en el Vaticano; prueba firme, del gran catolicismo Español, pero que costó ese alejamiento, la vida de Canalejas, que, además, puso en vigencia la llamada “Ley Candado” contra las Congregaciones religiosas.
548. Mas el rey de España es joven y vive entre el pueblo y se informa para la marcha de la política, hasta de Pablo Iglesias, apóstol del trabajador, sano y consciente español, y de los republicanos, enemigos de la monarquía, pero no del rey Alfonso, porque en alta voz, ha dicho: “Si el pueblo proclama la república, mi espada y mi persona es la primera a su servicio”. Y cuidado que Alfonso no habla en balde ni por cumplir y mentir, sino que obedece a sus sentimientos, porque ama la libertad y ama a su pueblo, porque ama a sus hijos, y sólo ese lazo es capaz de engendrar amor a la justicia y al trabajo.
549. Francisco José no tiene herederos, ni le hacen falta para ser reyes y emperadores, porque no vino a afianzar imperios ni reinados: pero sí le habrían consolado en estos días tan terribles de su ancianidad, en que, forzado por la ley de justicia divina, tenía que prender la mecha de este gran incendio mundial, que por una causa trivial y vulgar (al parecer) se ha originado, cuando tantas otras causas muchísimo más graves, se han podido arreglar por la hipócrita diplomacia; pero es que ahora, marcaba su segundo exacto la esfera de las evoluciones, porque eran cumplidos los 36 siglos, marcados en el testamento de Abraham y el progreso material, marcaba también su límite máximo y nadie lo dudará, porque ya véis que pelean los hombres en lo firme, sobre el líquido y debajo de las aguas como peces y en los aires como aves y con máquinas de guerra monstruosas y hasta inteligentes, por la más fina mecánica y lo más alto de la química.
550. ¿Francisco José, tenía conciencia de lo que hacía?. Poco antes, había dicho después de la guerra Balcánica: “Lo que ha pasado en los Balcanes, es sólo la chispa del incendio que vendrá”. Su amistad casi de hermano, con el rabino Moisés, (hombre quizás el más sabio de los Israelitas y por lo tanto, versado profundamente en las escrituras y profecías de Isaías, donde todo está dicho para estos días), prueba es evidente, que Francisco José ha obrado en conciencia; y yo digo, que prendió la mecha en Justicia.
551. La causa, al parecer, es nimia e injusta; mas nada sucede que no sea de justicia, ni la ley tiene cosas nimias. Nimio y pequeño y vulgar fué el asesinato de Maximiano por Constantino, y tuvo, por fin, ser emperador el pontífice Cristiano, que llevaría las Cruzadas para terror de los pueblos, dejando combustible que formarían este gran incendio, que es el reflujo de aquellos fuegos y del rescoldo de las hogueras de la Inquisición y de los autos de fe: nimio y muy nimio fué el hundimiento intencionado de los Norteamericanos del Maine; y dió por resultado, el desalojo de España de sus últimas colonias: nimio e insignificante fué el asesinato de Madero en México; y dió por resultado tantos destrozos; y nimio es el asesinato del heredero de Austria, que aparentemente es la causa de la conflagración. ¿Pero de dónde salió ese asesinato? ¿De dónde el de Sadi Carnot? ¿El de Canovas del Castillo? ¿El de Canalejas? ¿El de los Humberto? ¿Y los atentados de Alfonso?
552. Mas es muy de notar, que ese asesinato de Serajevo, se produjese a los pocos días de firmar Servia un concordato con el Vaticano, siendo el Emperador de Austria-Hungría, el que tiene el derecho de poner su veto al cónclave del Sacro Colegio, que elige al Pontífice; y tampoco es despreciable la casualidad, de que, poco tiempo antes muriera el cardenal Rampolla y que pocos días más tarde del hecho de Serajevo, muere Pío X y 20 horas más tarde, muere también el Papa negro, o General de la Compañía de Jesús. Estas son demasiadas casualidades, como es más casualidad, que al poco tiempo de publicar España la muerte de Pío X, porque lo comunicaron de Roma, al poco tiempo cae Canalejas, en plena Puerta del Sol, tan legendaria, porque desde que existe Madrid en esa plaza ni un minuto del tiempo falta gente. ¿Y qué le importó eso al Cristo para el asesinato?...
553. Mas sea lo que sea (juzgue la razón) al Cristo, le estorbaron siempre muchas cosas; y el fin que hemos probado que persiguió el Cristo, justifica los medios que empleó para llegar al fin; pero nada queda en la ley sin su pago; y si al Cristo le estorbó todo, a todos estorba él y por esto, los cristianos de todos matices, se matan, e invocan para su victoria, al mismo Dios. ¿Quién triunfará? Sólo de ley, la mecha, pues la encendió el que la ley había designado y era Francisco José; y ese incendio consumirá todo el combustible de las causas de la guerra, y no podrá consumirse lo que no sea de su combustible, aunque esté en medio del incendio.
Libro: Los extremos se tocan
Autor: Joaquín Trincado