top of page
Joaquín Trincado

Posesión Portillo; Octubre 28 de 1911

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 30 sept 2023
  • 8 Min. de lectura


Entre vosotros sea la paz.


Conmemorad, falanges de la luz, lo que vuestros antecesores os legaron; también os legaron los cimientos de un edificio.


Este edificio, hoy es fácil levantarlo siguiendo los planos trazados, como la voluntad sigue las intuiciones que el ser inteligente recibe; y aquella, unida a la razón, les da forma, porque la voluntad, hija de la razón, sigue al pensamiento como la oveja sigue al buen pastor, que bien la cuida y dirige. Perseverad y estudiad la ley; no hagáis como los que me tomaron como Maestro y se constituyeron grandes y esa grandeza era hija de la carne y perecerán con ella.


La luz del progreso vino del Padre y descendió a torrentes por las vertientes de la montaña de Sión, para esparcirse por todo el mundo; y en esa ley hay que estudiar en el espíritu de la letra su verdadero ideal.


Cuando reine el verdadero ideal, al punto se notarán sus beneficios y un bello árbitro resolverá las cuestiones de entre hermanos, porque resolverá en justicia, que voluntariamente aceptarán, porque esta voluntad está contenida en la ley.


Fue un mal entendido del espíritu de la ley tergiversada lo que ha hecho la iniquidad reinante; comprender la ley en su espíritu, que representa el amor en su letra y al comprenderla, se elevan las humanidades hasta el infinito.


El desquicio viene porque se asentaron los pastores sobre la letra tergiversada y las diferentes razas creadas en la sombra de la tergiversación, que dio como resultado la avaricia, pecado que engendró las castas y las supremacías; mas, todos por igual, reciben la fuerza impulsiva por el calor astral de la tierra, el sol, quien a la vez la recibe de otro mundo astral mayor y aquel de otro, hasta el infinito.


Pero hecho el pecado de las razas, del que crearon las castas, por la avaricia, todos se opusieron a la gran ley para adorar a ese sol, haciéndose así muy pequeños, y esperarán la madrugada para saludarlo, olvidando por la pereza, que también de noche la tierra recibe efluvios germinativos, que por la mañana admiráis en el tallo crecido, más que en el día.


¿Por qué la tiniebla no la disipáis? ¿No veis que es ley de la carne y esto os empequeñece?


Sólo vivís en la carne, y la carne ¿no es la ley que lleva al hombre al “Non Plus Ultra” de vuestro lenguaje? Suprimid el “Non”, porque en la gran ley sólo está el “Plus Ultra” infinito.


Llegó la hora de descorrer el velo; el Padre enseña de nuevo su ley, por sus administradores, sin más autoridad personal ni más boatos que los recibidos en los Consejos de Sión; pero el Padre había prefijado la hora y sus administradores, y fieles al cumplimiento de sus juramentos, en esta existencia se proveyeron de la fuerza necesaria y se empaparon en el amor de su Padre, de nuestro Padre; y a su fuerza, nada ni nadie resistirá, porque es la hora de la justicia.


A los prevaricadores, a los creadores del “Non Plus Ultra”, los llamamos a juicio, al reconocimiento de su pecado, con amor; más si quieren vivir de la carne, ya lo he dicho y lo repito: irán a habitar las moradas que han elegido, donde la carne reina; donde la llaga de la ignorancia, hermanos, predomina y la tiniebla densa es su luz; ver al hombre como un faro de luz luminoso, es el aviso del Padre; si hacéis perecer en vosotros la luz que os manda el misionero, vosotros os sentenciáis. ¿No estaba esto en vuestra historia? Pero, “Ecus consumatus”.


¿Pero no veis que os indica el camino recto de la ciudad santa llena de habitantes, donde todos llegaron desde el principio del día hasta la noche, encontrando abiertas sus puertas, por el amor? El Padre no desecha a nadie; sus hijos victoriosos que en la ciudad moran, entraron portadores del amor.


Mas si la carne os domina, en la carne seréis castigados; la autoridad de la ley nadie puede torcerla; hay que vencer, hay que amar; pero es necesario limpiar de cizaña el trigo y echar ésta al fuego de sus pasiones y que arda y se consuma, para que de esa transformación renazca de nuevo y por el fuego del sufrimiento se corone; pasarán largos siglos en sufrimientos, pero, al fin, por esa transformación, por nuevos renacimientos en mundos adecuados, aprenderá a amar, dará el fruto que la ley exige; no hay penas eternas.


De mundo a mundo, hay diferencia en las penas y goces; y en cada mundo no hay locatarios; cambian de posición; y por estos cambios de progreso, han modificado sus errores y se convierten en moralistas; y el emblema del moralista es amor, es libertad, es justicia


Pero, el espíritu sensato, estudia en la ley que no se escribe en letra; estudia en el desenvolvimiento de la cosmología y llega a los consejos de Sión, donde se fortalece en su estudio con la confirmación de la verdad; pero llegó hasta allí ascendiendo de grado en grado, para convertirse en moralista, en misionero.


Ved cómo nace de la pequeña semilla un gran arbusto y llega al desarrollo dando frutos sazonados, pero llega, al cabo de evoluciones; si lo miramos en su germen primero, en la tiniebla de su primer día, que deberemos encontrar su estancia, en el seno de la madre tierra, morando entre sus minerales, ¡qué de maravillas habremos visto!, y por las mismas evoluciones ha pasado el hombre materia antes de ser hombre espíritu; pero entre un arbusto y el hombre median períodos seculares, más en aquel germen primero ya estaba el hombre moralista, porque el germen tenía impresa la gran ley del amor.


Ya esta generación se preocupa de las causas de las cosas, pero aún tiene muchas llagas causadas por los abrojos del desengaño, aún tiene muchas aberraciones, causadas por la prevaricación de los tergiversadores de la ley; cuyas llagas, cuyas aberraciones serán curadas tan pronto como sepa amar.


¿Qué son los hombres con sus vestiduras, con sus timbres, con sus leyes, con su orgullo, si no saben el porqué de las cosas? ¿Qué significan estas vestiduras, esos timbres, esas leyes, si no tienen la verdadera ley?


Mas, yo os digo: en los Consejos del Padre todos somos tenidos de igual a igual y la instrucción que os doy, es la que el misionero ha recibido y la dará para todos.

Estúdiese la metamorfosis de las cosas para llegar al conocimiento del principio de las cosas.


Todos observan, pero lo heterogéneo de los principios sostenidos y defendidos por la aberración y el error, no les deja (por falta de fuerza para confesar su ignorancia) llegar a conocer las leyes homogéneas que rigen el universo y cada cosa.


Mas “La ley es una”. ¿Por qué, pues, tantos sofismas, fuera de la ley? Por eso es que los seres de ultratumba, regidos por la misma ley única e inmutable, dentro de esta ley y por la perfección relativa de su ser, pueden moverse y hablar a todos, por sus afines facultados por el Padre. Mas, estaba encomendado dar el tiempo necesario al desarrollo del intelecto de la falange inferior; pero algunos de esos hombres hermanos, cada vez se pegan más a la materia y desoyen las voces del amor; se obstinan en vivir de la carne y, hoy es la hora del juicio. Mas aún se les avisa con una tregua, porque lo mismo son amados por el Padre, nuestro principio. Pero es el punto culminante del tiempo, y por eso, haciendo uso de las facultades de los que vinieron a trabajar, en general afines de los espíritus de progreso, nos comunicamos y recordamos a todos sus deberes y que es la hora de separar la cizaña del trigo, como claro lo dije antes.


Mas os digo en autoridad, justicia y amor, que pronto la voz del misionero se extenderá a los cuatro vientos, como el torrente de luz se vertió por los cuatro puntos cardinales de la gran montaña de Sión; en nada podrá ser rebatido ese enviado, porque es acuerdo de los Consejos del Padrey él está en el secreto de lo que se ha tratado; a él oídlo.


La teología ha dividido las razas y las religiones, siendo responsables de las hecatombes que la tierra presenció: la teología destruyó la teogonía, en cuyas creencias y doctrinas hubo, en un lapso de tiempo, misioneros que predicaron la luz, predisponiendo a sus hermanos a la gran comunión universal; pero las filosofías, de la filosofía fundamental para un largo período que ya se cumplió, crearon muchos principios y olvidaron el único principio; y para esa han llegado todos a su fin y, han de comparecer a juicio, ante una “Filosofía Austera-Racional” que juzgará a los dioses. Es el aviso que traigo hoy al misionero: escribir esa filosofía.


Un período más atrás; después de una prevaricación del pueblo a quien se le confiara la luz, para ir concentrando a todos los espíritus a su principio, al prevaricar, se le arrebata desde lo alto, la luz que querían obscurecer, porque había un pueblo que, esclavizado, tuvo fuerzas para levantarse y se le dio la ley escrita, por su creencia y fe antiteogénica y no por su valor e inmenso triunfo, sino porque era de justicia; pero luego se durmió en sus laureles y su grandeza le llevó a nuevos sofismas y prevaricó; pero se suceden otros, que en corto tiempo dicen la verdad que predicó Jesús, y los que se dicen ser sus sucesores, no se avienen con la verdad, porque se lo prohíbe el orgullo de castas y supremacías y se hacen llamar de “Origen divino” y apelan a la palabra “milagro” porque saben que la ignorancia es ávida de lo sobrenatural, porque lo sobrenatural no los obliga.


¡Ay de vosotros, prevaricadores!... La ley de la cosmogonía os acusa desde ese día y queráis o no, habéis de rendir cuentas y el enviado del Padre os llamará Iglesia de idiotas y de parias.


Han llegado los tiempos de la justicia; están en sus puestos los sabios y los humildes; la humanidad está hambrienta de verdad y no sabe, porque se lo habéis ocultado, el nombre de la ley y yo os lo digo y el misionero os dirá que esta ley es solamente el Amor: El misionero llega saturado de los Consejos del Padre y en vano lo habéis buscado para aniquilarlo, porque es la hora de la justicia.


¿Es que en la tierra no hay más que flores y frutos para la carne? ¿Y el alma de qué se alimenta? Preguntad a esos puntos brillantes y ellos os dirán que son otros mundos habitados por almas como las vuestras y donde reina el amor y son felices; son moradas de la casa del Padre, de la gran Sión, creadas por la voluntad increada, y entre esas moradas hay más tristes aún que la tierra, donde la carne reina y la concupiscencia nunca es satisfecha y devora las entrañas, el odio, la pasión, el deseo y todo es del más fuerte, siendo su luz lánguida, triste, melancólica, como pesada niebla; allí, la fuerza es el derecho.


¡Pobre alma de la tierra! ¿Has encontrado el camino que te conduzca a la verdad? En todos los tiempos, el Padre mandó quien te la enseñara, pero... “¡A la hoguera!”... gritó el dogmático; más unos se amedrentaron, pero otros arremetieron con coraje y se mofaban entre las llamas de la ceguera y orgullo de sus asesinos, los que, llenos de rencor por no poder vengarse más, aventaban sus cenizas por los aires, y los espíritus del Padre, al par que recogían los espíritus vencedores, recogían también como recuerdo aquellas cenizas; yo recogí muchas, que forman en los autos del gran juicio. Por eso, hoy se aprestan los espíritus y los encarnados a la gran batalla, y nos unimos a vuestra acción. ¡Ay de los que no miran las cosas del Padre con humildad de corazón y fuertes de coraje para su defensa! No creáis vosotros que todos los que me escucháis, no lo habéis de ver. Algunos en espíritu, pero muchos en vida corporal de esta existencia lo presenciaréis, y es vuestro y nuestro deber ayudar al misionero, para poner lo transitorio en su lugar y a los mundos en su armonía.


La congregación es una y universal; el que no siente la ley de la cosmogonía no está en el camino de la gran ley. Vosotros, enseñádselo, porque es llegado el período adulto del hombre y por eso vienen los espíritus del Padre.


La paz sea con vosotros, el amor sea vuestra norma y os bendice.

Jesús de Nazareth.

Una Filosofía fuerte y fría

Jesús me viene a anunciar.

Y yo que entiendo la liza

os la doy Austera-Racional.

En ella juzgué a los dioses

en sus obras, sin piedad

sin miedo a sus roncas voces

de odio, de guerra y maldad;

y aunque me dio un par de coces

como bestia sin igual

en ellos vi que esos... dioses

son producto del.… fangal.


Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I

Autor: Joaquín Trincado

bottom of page