Portillo M.P. Octubre 29 de 1911(noche), 21, sobremesa
- EMEDELACU
- 30 sept 2023
- 8 Min. de lectura

De tiempo antes de mi enfermedad, había pedido este espíritu, que por el momento le llamaremos “El Gordo”. Esta noche sentimos una influencia; pero el médium, a pesar de su buena voluntad le ponía obstáculos; pero le ordené ceder y se posesionó y dijo:
Buenas noches. ¡Pobre, qué miedo! Me ha rechazado más de una vez y no por mala voluntad, ¡es que quiere ser tan independiente! Tiene miedo de anteponer su opinión. ¿Qué importa eso? ¿Qué tiene que ver que su opinión coincida con la nuestra? Más garantía para nuestras palabras. Pero, ya ves: cuando la conciencia necesita ser limpia, fiel reflejo de lo que los hermanos mayores dictan, así es; pero nada quita que la comunicación lleve el sello de su ser; más para descargo de él lo he independizado por completo y ni una sola palabra recordará de esta comunicación; así estará conforme y su espíritu está ahora con los maestros, que le enseñan lo que ya conoce.
Ahora, ¿qué os diré yo? Sabéis mi historia, sabéis mis afines. ¿Cómo no haber afinidades si venimos peregrinando tantas veces y por todos los sitios de la tierra?
Vosotros, como hombres, no recordáis más que la existencia última y presente; pero como espíritus lo sabéis todo, porque el espíritu lleva en sí todo el archivo de su obra; y es este archivo el que constituye su fuerza y su grandeza si el amor es el libro mayor de su archivo, y cae en la torpeza si el amor no siente y tiene que extender su mirada en derredor y ver la causa de su poco saber; y si cuando tiene voluntad no ve la causa de su atraso (porque nadie puede ser juez y causa), a la voz de su llamado acuden amorosos los maestros del saber y los consejeros del Padre corren y le abren los horizontes, donde ve la causa, y entonces verá los vacíos que debe llenar; pero en ese aciago camino que debe emprender, multitudes de espíritus libres le saldrán al encuentro para ayudarle, para guiarle por la ley del amor, que es la ley de las armonías y de las afinidades.
Puesto en camino, espíritu, ¿qué ves? Seres que por el trabajo saldarán sus cuentas llenando la misión que se les encomendará y éste se les pone en su camino para su emulación y ejemplo. Viendo esto, ¿qué te detiene? ¿Qué barrera no podrás franquear? El reconocimiento es preciso, y entonces sale de tu alma lo que entre los hombres llaman plegaria. Hecha ésta, ve que su alma se agranda, se ilumina y presiente las moradas dichosas y monstruosas de luz, que ocupará al fin de su camino.
Él también verá desde aquellas moradas que no fue inútil para él y para sus semejantes y será su gloria.
Desde allí verá cómo fue arrastrado el mal y dará voces de alerta a sus afines, para enseñarles por dónde es el camino; pero también padecerá, porque el que ama padece por los seres que ama, hasta que los ve felices.
Cuando el espíritu ha visto sus errores y presentido la morada que el Padre destina a los vencedores, promete saldar su cuenta y no repara en sacrificios; pero, el alma, aterida por la materia (rara vez perfecta) decae de su valor y se encuentra tan enferma que teme no poder cumplir; pero el Padre le ha puesto muchos espejos donde pueda mirarse y curarse; y hoy tiene un camino que no nos había sido mostrado con la claridad con que al presente os lo muestran, porque no era hora y en él verá esa alma enferma la armonía de los estados siderales; y, fijándose, ve mucho mayor radio que el enceguecido por los prejuicios.
Estudiando la sabiduría de la creación, que con sus pies el hombre pisa, se elevará; pero verá en los efectos que gravita dentro de los mundos siderales y, varios redentores que le saldrán al encuentro diciendo: “Siempre más allá”, y el alma desea más; pero, aterida otra vez, por pruebas, conforme a sus fuerzas, ruega e impetra a sus semejantes, de igual a igual, porque ya aprendió que todos somos iguales, el redimido y el redentor, pero no en el progreso.
Hombre, de cualquier humanidad que seas, ¿eres fuerte? Ayuda al débil. ¿Eres débil? Ruega a esos mundos: ellos te responderán; ruega siempre, que siempre hay más altos que tú y más bajos que necesitan de ti.
Los altos serán siempre intermediarios de otros más altos y de los más bajos.
¿Qué importa la luz de los mundos tierra? Esta es como la luz que atraviesa por densa niebla, comparada con la del despejado día. Todos tenemos intuición de lo bello, del más allá; pero en los mundos donde la carne reina, ella es la señora; por eso la lucha es mayor en los mundos tierra que en los mundos siderales; y el Padre confía a unos la espada, a otros la ciencia, a otros la inspiración y a unos y a otros ofrece espejos donde mirarse y derroteros para ver las causas de los efectos que obstaculizan el camino para llegar a la verdadera causa, el amor.
En mi última encarnación fui uno de los príncipes más antiguos de la Europa y siempre fui el caballero estimado; conquisté las simpatías de cuantos me trataron; di ejemplos de prudencia y procuré en todo la mayor justicia; no fui el príncipe libertino, aunque haya quien diga esto, por el uso de la carne; la naturaleza me había dotado de humanidad, apostura, simpatía y dinero. ¿Qué más hubiera pedido el hombre? ¿Qué mujer se resistiría a mi pedido con mis cualidades? Era la edad de la carne y tomé lo que la carne necesitaba; pero no abusé, ni resté fuerzas a mi espíritu; ni al desencarnar, ni en mis años maduros, mi conciencia me acusó. Todo tiene su tiempo y su medida.
Plugo a Dios conservar la vida de mi madre hasta mi avanzada edad y no derramé sangre, porque subí al trono recién acabada una guerra de horror... Mis esfuerzos todos fueron encaminados a afianzar la paz armada, porque otra cosa no se podía hacer, y esta paz aún perdura; pero aunque es gravosa, es necesaria para que no se rompa el equilibrio, hasta que la..., fíjate, hermano, la... no la... cumpla su misión de progreso; es una raza que vino a la tierra con una gran misión y trajo un símbolo bien definido; la luz en la frente y los pies de barro y es necesario que la... conserve su predominio para el mantenimiento de la paz, que no se romperá en toda la Europa (salvo que el Vaticano la imponga) y sólo los pequeños encuentros, como los que ahora lamentáis, pero que son necesarios para el verdadero restablecimiento de la paz sin armas, que llegará, porque la... cumplirá su deber y la luz bendita del Espiritismo implantará el amor.
Pero hay muchas fluctuaciones; hay mucho que hacer, y mientras duran estas fluctuaciones, mientras hay algo que hacer, la... tiene misión sagrada y alumbrará; después, aunque se le quiebren los pies, para nada le sirven.
El mundo reconocerá supremacías; pero todos son iguales, tanto el pueblo, el llamado pueblo, como el magnate; yo ocupé en mis mejores días el título de príncipe y bien sabéis que estaba en medio de mi pueblo.
En la edad de los hechos, de las responsabilidades, la prudencia obró en mí; me reconcentré dentro de mí mismo y en mí mismo estudié; no tuve necesidad de otros cuadros, porque mi espíritu tenía luz; me decía a mí mismo lo que hubiera dicho un misionero, no estaba desacertado.
Al subir al trono, que acepté gustoso, no por el gusto de gobernar, sino porque había venido a la tierra a cumplir esa misión, no tuve más interés que saber cuál era el punto culminante; vi que era la paz la que daría el mayor bienestar al mundo y a toda costa la implanté para que los hombres fraternizaran y se toleren las razas y las religiones hasta el día de la luz y la justicia, al cual entramos.
Pero la luz viene de Sión; yo no soy el llamado a traerla, sino el admirador del que la trae, que es el que traerá la paz y cada uno está ya en su puesto: yo estoy y estaré en el mío.
La paz que yo impuse era paz armada que hace derramar muchas lágrimas; pero evita mucha sangre; satisfecho estoy de mi obra, aunque es la ruina de los tesoros de las naciones; pero, el oro lo da la tierra y la sangre es sagrada y a pesar de ser la ruina de los tesoros de las naciones, bendita sea esa aparente paz.
Más la paz que implantará el que trae la luz, en vez de aminorar los tesoros de las naciones los abarrotará de oro, hecho pan de hermanos, que llenará de bienestar tanto al pueblo como al magnate que sólo lo será por sabio y yo admiro al portador; bendigo al padre y pido la pronta proclamación de la ley de amor.
Para mantener una paz de temor, se sangra hasta el extremo a las naciones y se preparan monstruosos armamentos de muerte; para implantar la paz de amor, sólo una batalla ha de sostenerse y ésta será grande batalla, sí, pero de sofismas, que tendrán que confirmar a los axiomas.
Batalla del dios de amor en un código de amor universal que ya escribes en letras, pero que la letra no tendrá valor más que en la primera lectura, porque al momento despertará en todos los seres la ley innata de fraternidad y de amor.
Los que blasonan de grandes, de sabios; los que más blasonan de derechos divinos... ¡qué pequeños, qué ignorantes son! ¿Dónde están sus derechos divinos? Todos son lo mismo; el pueblo y el magnate. Todos somos de igual naturaleza; la causa es el Padre. Él nos creó por el amor; vuestros derechos divinos están en la teogonía.
Ante esta luz; ante esta ley que viene de la Magna Sión, elevan los hombres sus miradas, a ejemplo de la flor, que no desmiente su procedencia. Esta es la ley armónica, matemática, del Padre, que llega en el tiempo prefijado.
Pero existen los prejuicios reaccionarios y no se ajustan al axioma. ¿Pero no ven que cuando el sol sale, alumbra por igual a todos, y que de la nube el agua cae sobre malos y buenos? ¿Pues qué es lo que os divide? ¿Las religiones? Pues matad las religiones, porque éstas aceptan las castas y las supremacías y es contrario a la ley armónica de la igualdad que la naturaleza os enseña en el sol y la lluvia, y elevad el corazón al Padre y daos todos el abrazo de fraternidad.
¿No os han dicho las religiones que la vida presente es una milésima parte de las vidas materiales? Recapacitad, deponed vuestro orgullo de castas; si no podéis estudiar al Padre, estudiad en las cosas que os he dicho y no seréis arrollados, porque los tiempos han llegado, los Mesías están en sus puestos y vienen con fuerza para cumplir su deber. Yo, con esto, cumplo el mío en espíritu y como hombre también lo cumplí.
Ahora, hermano mío, ¿quieres que los ejércitos del espacio formen columnas formidables? El Padre os quiere libres; estudia los efectos y verás que los efectos están en la letra; sólo el uno por mil de los que han escrito han acertado; y las generaciones venideras obrarán, no por la letra del código (que necesario es en el primer momento para dar testimonio), sino por el código de la conciencia, por el cual tendrán en sí mismos la fraternidad y el amor y él reinará entre vosotros y nosotros.
Dichosos, benditos, seguid el derrotero que os han marcado los que os han dado el poder. Sois más poderosos que todos los poderes de la tierra habidos y por haber, porque navegáis en un piélago de luz en el que escribiréis un código de amor, en letra reformada sobre la del que predicó el amor.
Ahora, hermano mío, éste, ¿sabes quién es? Si yo pudiera utilizarlo en… cómo les haría comprender hablando por él en... a los comentadores, que no soy el príncipe libertino, sino que soy el hombre que estudió en sí mismo a los hombres. Hay muchos por quienes poderlo hacer; pero yo veo sobre su aureola, escrito tres veces en letras muy grandes: “Misión real, misión real, misión real”. Hasta el momento es el solo y el primero de los avanzados, por esto te lo han dado, después vendrán más. Gracias, hermanos míos, he trabajado mucho a éste y me retiro. Os doy mi amor y con vosotros está
¿……?
Sí; por ahora fírmame.
“El Gordo”.
N.B.- Los puntos suspensivos no le preocupen a nadie. Lo que ellos quieren decir, letras son en el archivo; pero aún debo guardarlas por el tiempo necesario.
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo I
Autor: Joaquín Trincado