Marzo 24 de 1912. (Hora 20). (Portillo)
- EMEDELACU
- 25 nov 2024
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Paz y amor universal, sea el lema que os distinga, en la obra que realizáis.
Si la obra magna que todos estamos realizando cada uno en su parte, dejará de cumplirse… Triste destino del mundo tierra… Triste destino el de los hombres de la tierra… Triste destino el de los mundos de la cosmogonía.
Pero reanimaros; vivir vida de lucha sí, pero tranquilizaros, porque el poder del Padre está en la ley que nos guía en todos los actos de justicia.
Pero los hombres, se empeñan en andar por el intransitable camino de la sinrazón y se oponen a la razón y es natural que al que sostiene la lucha, frente a frente de la sinrazón, sufra en su amor, por ver, como voluntariamente se ofuscan y van a moradas de horror, después de habitar moradas de media luz y cuando van a entrar en plena luz.
¿Por qué nos sentimos agitados en el espacio y mundos remotos de la tierra? Solo una es la causa, porque una sola es la ley. Nada sucede en el Universo que no se comunique a los mundos todos de la Cosmogonía; y hoy que la tierra ha recibido la palabra de verdad dirigida por el Espíritu de Verdad, su voz ha resonado en toda la Cosmogonía y los Maestros de todos los mundos somos dirigidos a Sion, desde donde se nos señala el tribunal que juzga los hechos de los espíritus y hombres de la tierra.
Solo una es la ley y todos los mundos han pasado por la ley de justicia al llegar su séptimo día, que es la forma plástica de la ley, para separar los productos de diferente sentir.
Ha tiempo, se le dio al mundo tierra el principio de amor y no antes se le podía dar el testamento de Abraham, que es el contrato del Padre en todos los mundos; pero el principio dado, es el que debe llevar a las humanidades al camino del bien; la concupiscencia de los hombres, ha equivocado el camino y lo han conducido mal; a la grey, llevándola maliciosamente a un destino fatal.
Pero la grey, que es el pueblo, ha sentido a tiempo la sed de justicia y el hombre de amor se ha rebelado contra los depositarios de la ley y hoy los supremáticos claman y se rebelan contra el que enseña a las masas, contra el que trae el Código de Amor y por lo tanto el Dios de amor.
Pero el Padre, todo amor, no los deshereda y les prepara la morada conforme a sus anhelos. ¿Por qué se quejan?
Todas son moradas del Padre; todos y todas tienen el mismo principio. El que de amor se alimenta, tiene derecho a vivir en mundos de amor. Si vosotros queréis vivir de la concupiscencia; si queréis la carne sin medida, a moradas vais a propósito; allí, si tenéis fuerza la conquistaréis; porque aún ésta, no se da de balde; y cuando reconoceréis por el desengaño y el sufrimiento que os habéis equivocado, llamaréis y el padre oirá y os mandará al Juez que entonces reconoceréis y volveréis a la lucha que hoy no queréis continuar, por seguir vuestro deseo de carne.
Las distintas moradas del Padre, son para ajustar las humanidades, pudiendo cada una en su deseo, encontrar, si está en ley, la satisfacción apetecida; y cuando esas humanidades prevarican del principio de la ley, llega un Juicio y somos llamados a Consejo.
Porque se nos llama del Consejo de Sion y allí se nos presenta el puesto de los Maestros, y el Espíritu de Verdad que rige aquellos consejos está revestido del traje de la justicia y tiene en su mano el hilo de todos los movimientos; ¿por qué su voz resonó en todos los espacios y en todos los mundos de los espacios? He aquí el por qué.
Porque había un mundo en el final del sexto día y era justicia que entrara en la cadena de los mundos de amor. Allí acudimos los Maestros de todos los mundos, lo reconocemos, lo confirmamos, cantamos un himno al Padre, para el Espíritu de Verdad, para los Mesías vencedores, para el Juez en quien recayó el cargo en ley indiscutible, al que venimos y confirmamos y aprobamos sus sentencias.
Basta pues, de tinieblas en la tierra. La luz tiene su reinado, que llegará paulatinamente de Sion; porque esta Luz, obedece y no puede llegar toda de golpe, porque cegaría los ojos de los materialistas. Pero cuando habrán pasado tres generaciones en orden de edad, la luz será plena, porque el amor ya reinará en todos los hombres y, su premio será la comuna, la belleza y la armonía.
La tierra pasó de la infancia, se encuentra en la adolescencia y tiene que dar el paso que hoy da.
Hermanos no resistáis. El fuego de la juventud, en la adolescencia, es irresistible; y más cuando como ahora es un acto fundado en el amor y los santos principios del progreso, de los que han visto la armonía del Universo.
Vosotros, los que cerráis los ojos del Espíritu y lo hacéis tributario de la materia, no podéis comprender la grandeza de la ley de amor y en justicia tenéis que abandonar la tierra ya que en ella no habéis querido más que vivir del polvo y en el polvo habéis escrito, porque no habríais querido estudiar en el libro de la sabiduría que está representado en la naturaleza.
En la naturaleza están todas las leyes de la sabiduría del Padre y son legiones los que las han sabido estudiar; ¿por qué hombres y espíritus os enfurecéis, si los trabajadores reclaman de la justicia el derecho de la ley? Se os pide buena voluntad de trabajar, porque aún no habéis podido comprender la vida del trabajo, que es la vida del espíritu.
Pero vosotros habéis gustado de la carne; habéis gustado de la supremacía y os veis avergonzados, porque en los humildes veis la sabiduría; porque los veis vestidos de brillante túnica de luz tejida por el trabajo y vosotros os veis desnudos y tiznados ante la luz clara del día del Espiritismo.
Por eso llamamos a un reconocimiento de vosotros mismos y para que veáis la bondad del Padre. En él está la acción y la vida; en él reside la luz; el preparó potente el día de la luz de la tierra y su bondad le hizo dar al hombre, el poder para juzgar a los hombres y los espíritus de los hombres, porque conoce que “La carne es débil y que el espíritu se debilita al contacto de la carne”.
Si tenéis voluntad para el trabajo, acatar la ley y quedaréis en la tierra a continuar vuestra jornada, tened voluntad y no temáis de haber prevaricado, porque nosotros venimos a deciros, que todos los mundos en su principio de vida prevaricaron; pero acataron la ley y se perfeccionan por su esfuerzo y porque la ley de amor es el acicate para el progreso, porque la vida, con el amor, marcha en la luz.
Si no tenéis voluntad para el trabajo, no podéis estar más sobre la tierra: porque hasta hoy recibís la luz por reflexión de los mundos de luz, os disimulaba la semiluz. Pero hoy la recibirá directa y su fuerza descubrirá la vergüenza de vuestra desnudez y tizne que nos os permite ver esa luz.
Venir; no voy a descubriros vuestros yerros; el Padre es de misericordia y os dará túnica para asistir a la fiesta y vosotros, con el trabajo la enriqueceréis y el regocijo y el amor os animará. El Padre, solo os dice, reconocer a mi delegado que es vuestro hermano; y con eso el Padre se da por satisfecho.
Más, hay de vosotros, si cosa tan poca como se os pide no queréis hacer y por voluntad propia os salís de esta morada para ir a otra de terribles sufrimientos… A esos mundos primitivos a los que el Padre ni el Juez os echan; es la ley que pesa sobre vosotros mismos y la carne os conduce, porque, ni creéis ni reconocéis al Juez.
Pero lo reconoceréis en el trueno y el relámpago; en el volcán y el huracán de aquella morada y clamaréis a él, espantados cuando el mamífero, el volátil y el reptil, chupen vuestra sangre y se disputen los pedazos de vuestros miembros, hasta que, por el esfuerzo, la carne ceda su puesto al espíritu y éste sepa elevarse al punto donde hoy salís voluntariamente.
Pero el Padre que es el Creador Único de todas las moradas ha establecido la misma ley en todas y después que el sufrimiento os haga sabios os elevaréis y pediréis el Juicio que hoy no acatáis, para salir de aquel caos tenebroso.
Venir conmigo un momento, olvidaos de lo que os espera, no temáis vuestra desnudez porque mi luz os cubrirá; ved y fijaros en esas moradas de dicha y belleza; pronto la tierra se verá así, porque entra desde hoy en la luz. Ved ahora los que no han querido acatar la ley de la justicia y han fijado su morada llevados por su concupiscencia; ahora elegir a voluntad y tener presente que he venido de lejana nebulosa para este acto de amor y que reconozco al Juez y lo confirmo y apruebo sus sentencias; él no quiere, como el Padre, expulsaros; pero es necesario su reconocimiento porque en él se reconoce al Padre.
Más aún tengo otro desengaño; venir, ascended conmigo; coloquémosnos aquí; estamos muy cerca de la tierra; … Vedla ¡tan pequeñita!... Apenas se percibe… ¿Y creíais que todo eso era la Creación? ¿Veis todo ese crespón negro que la cubre? Pues vosotros lo habéis tejido y cubierto, causa por la cual se hacía invisible a nosotros. Pero ved ahora como los que quedan a trabajar con la ley de amor rasgan ese crespón negro; ved como se descubre su nueva luz y su nuevo brillo: ¿No veis como se agranda, se ilumina y se ve mucho más lejos? No perdáis ésta lección que el amor del Padre me encomendó.
Descended ahora, quedaos y pensad las horas que os quedan hasta el día señalado para la sentencia y espero, que la prueba que os he dado os hará acatar la ley; más siempre seréis testigos de la obra magna que el Juez desempeña, de acuerdo con toda la Cosmogonía y aún por vosotros quedará justificado.
A los que se han ido por obcecación los perdono por lo que a mí toca. Pero no olvidarlo, allá donde sufrís con vuestra obra, justificáis la ley; justificáis al Padre; justificáis al Espíritu de Verdad y justificáis al Juez y su sentencia, sobre la que nada podréis oponer.
He ahí un principio de justicia que reconoceréis cuando seáis sabios, porque a todos por igual en la atmósfera que habitáis, alimenta el Sol de justicia.
Ved qué armonía la de la ley suprema; arriba y abajo, en la luz y la tiniebla, la ley es la misma. ¿Quién puede ser sino Eloí, que en nuestro mundo llamamos Creador de la ley inmutable y cuyo es el nombre Universal que a su hora os traemos.
Reconocer vuestro ser y en él veréis todo el Universo. Hombres. Bendecid al Dios de Amor… Espíritus… Reconocer al Juez y acatar la ley… Él no quiere más que la igualdad; y como todos seréis iguales, nadie se verá rebajado, ni nadie superior a otro, más que en la luz de su progreso.
Seréis trabajadores de última hora sí; pero en el amor, los de la primera y los de la última hora, son iguales. ¿Qué tenéis qué temer?
Hombre. Hermano de la tierra… Trabajar, oír la voz del hombre Juez. Temblad, porque de los que vivís, una cuarta parte tenéis supremacías que os sacan de la ley y las tres cuartas partes estáis prejuiciados… Peligráis… Pero pensad, que todos, no sois ni la cuarta parte de los trabajadores de la tierra, que de voluntad aman la ley y viven ya del amor y la justicia los protege.
Hemos llegado de toda la Cosmogonía y estamos prontos a demostrar en nombre del Padre, que el hombre desfigurado y tan temido es el Juez. ¿Cómo no habéis de temerlo los prevaricadores de la ley? Pero nosotros lo reconocemos y lo confirmamos y nada lo pulverizará como vosotros queríais. Es el que sube a nosotros en alas del amor universal para llevar amor a sus hermanos de la tierra en pago del odio de sus enemigos: Él confirma al Espíritu de Verdad, pone a Jesús en el puesto que le corresponde. El Espíritu de Verdad lo proclama a él y le da su poder y el Padre le dio la Balanza con el “Código de Amor”. Las cosmologías de la Cosmogonía, le entregan sus conocimientos y cantan en agradecimiento a Eloí, que nos entrega una humanidad más que se suma a los mundos de luz.
Os doy mi amor, las flores y aromas de los habitantes de Tupón vuestros hermanos, cuyo Maestro es el humilde:
Schilem Schilem.
Cuarta nebulosa. Cantemos a Eloí.
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Paz. Amor.
Benditos mis hermanos; vengo entre vosotros; estoy satisfecho y me siento aliviado de mi pesada cruz llevada con resignación tantos siglos y derribada al fin por el que juró al Padre.
Oigo, veo el momento por el cual la justicia llega a la tierra; veo como baja a torrentes la voz de los mayores, a justificarse, a justificarme y a justificar a los hijos de Sion y yo con ellos, justifico al que vino a reunir y compendiar el cúmulo de leyes más o menos absurdas, algunas bien inspiradas, pero en la confección y el conjunto, todas faltas de razón y, él es justificado por el Espíritu de Verdad que yo anuncié y reúne todas las leyes en una sola ley.
Yo vine al último y anuncié el reino de la verdad y la venida del Espíritu de Verdad; pero en los dos extremos, me tomaron por lo que no era.
No os equivoquéis otra vez, hombres, y tener discernimiento, para saber, que el que anuncia no es el jefe, el que anuncia es un legatario, un secretario del jefe, o de una asamblea que representa al jefe; y del jefe, es la última palabra; la promulgación de lo anunciado por un secretario del consejo.
No fui comprendido en los dos extremos y primero soy ajusticiado como facineroso y luego soy por los mismos, constituido en Dios, haciéndome sufrir incomparablemente más en la segunda equivocación que en la primera.
Más se han sucedido los siglos; se han fraguado todas las mayores sinrazones; se han sacrificado con malicia en mi nombre legiones de los que me seguían y mi dolor se acrecentaba hasta el último extremo. El Espíritu de Verdad descendió varias veces en diferentes épocas a la tierra y se hacía hombre, para pulsar por sí mismo a la humanidad y preparaba así el día de la justicia, para que menos se perdieran; para que menos costara la proclamación de la ley de amor; para ilustrar con sus leyes y con su amor a esta humanidad rebelde por el prejuicio de las supremacías, por la falsedad de los principios amasados y amalgamados de los verdaderos principios, que eran como son Amor y lo hicieron Caridad, arma funesta.
Han olvidado mi doctrina; mi código de sentencias de amor, que no era mío, porque antes que yo otros predicaron, porque es el principio eterno y en él todos tenemos un artículo.
Al hacerme Dios, humillaban al Padre, único y verdadero Dios; al humillarme a mí, humillaban a toda la humanidad; y tanto humillaron a la humanidad y tanto más rebajaba a Dios, cuanto mayor Dios me hacían a mí.
Yo sabía que mis principios serían adulterados y lo mostré al mundo cuando dije: que el Espíritu de Verdad recordaría mis palabras que habrían olvidado y que daría el testamento de Dios, para sacar a la luz, al hombre enlodado.
Baja en Jesús, uno de los hijos del Padre, que es Consejero de luz y lo toman por la luz y se cubren de tinieblas. Elevan a la mujer y rebajan al espíritu, componiendo una falsa trinidad compuesta de cosas inverosímiles, salvo la tercera entidad que lo retratan en forma de paloma, que, aunque sea el más inocente animal pertenece al reino más bajo que el hombre; resultando que el espíritu que es lo más perfecto, lo animalizaron.
Con este infundio codificado, sea adueñan de los principios de todas las religiones y, a Jesús le ponen nombre apócrifo y Jesús no mora desde ese día en ese edificio de la mentira; pero busca las ovejas, que del escándalo se descarrían; con ellas forma un nuevo rebaño de conscientes y manda sus afines que, para combatir el mal con sus mismos principios, se entraron en las filas del mismo principio religioso, pero no se mancharon. Más cuando manifestaron su deber, son atajados por las doctrinas de la Inquisición y muchos de ellos fueron arrojados a las hogueras.
Pero los días estaban contados y habría de llegar el de la justicia, porque Jesús no podía vivir con los soberbios; no cabe allí la mansedumbre de Jesús, ni la verdad que se le había confiado.
Los hombres llegaron a comprender que no era el derecho divino ni es la razón que sostenía ese código y estudiaron en todas las sentencias que la Iglesia daba y confirmaron que son contra la razón y contra ella se revelaron. ¿Por qué las ovejas habían de ser las que le dieran el aviso al pastor? Muchas de las ovejas, numerosas ovejas, volvían a Jesús; lloraban su error; pero volvían a la tierra y prevaricaban una y otra vez; porque la Iglesia, mantenía el reinado de la materia y tenía por Dios el “Cristo” no a Jesús, que se había retirado de ellos, tan pronto le agregaron el apócrifo de infamia; el peligro de la humanidad.
Pero habían conseguido santificar la injusticia por el juramento del Cristo, por el que obligaron a los sentenciados mismos a reconocer que morían en odio al Cristo. Pero con esto, ante la ley y ante sus ofuscadas conciencias, declaraban a los mártires, su imposición y su error; porque Jesús, a los sacrificados, los recibía en espíritu, con lo que recibían la completa luz y convicción de que Jesús no es el Cristo.
Por los cuatro puntos cardinales de la tierra extendieron su dominio, sin dejar un solo pueblo que no sufriera una cruzada, ni hay un rey que no haya sufrido una consecuencia funesta de esos hombres; pero sin dejar por eso de divinizar su obra, aunque hasta vuestros días, son contados los años que no haya llevado el luto a alguna nación y ninguno que no hayan dado luto a una familia; y ni un segundo que no hayan provocado la justicia del Padre.
Yo anuncié el Espíritu de Verdad; éste descendió cumplida la hora y lo representa el que ellos han llamado Anticristo, que quiere decir: verdad.
Lo confirmó el Espíritu de Verdad; lo confirmaron los Consejos de Sion; de lejanos mundos vinieron los Maestros y lo confirmaron y lo confirmo yo que oí su juramento y comprendí su gravedad, por lo que lo encomendé a nuestra madre.
El Anticristo pues ya que así lo han desfigurado los sacerdotes, es el Juez. La prevaricación fue en la tierra y en la tierra debe ser juzgada y sentenciada. Así es justicia.
El Juicio, está en la ley. La ley, señala el día; y esta ley se cumple en el día de la verdad, que es hoy y le toca afirmarlo, Jesús.
Pero el Padre es de misericordia y no coarta la libertad; y aunque se olvidaron los hombres de su amor, él, en su amor, no los anatematiza; les da la morada que se han ganado, pero llevan la conciencia y ésta les recordará lo que han perdido; la luz que Jesús y los misioneros y el Espíritu de Verdad les mostró.
Recordarán al Juez y su tribunal y ya, vencidos por su impotencia, la conciencia les hará clamar al Padre; el Padre les oirá, pero les pedirá el sacrificio de sus pasiones lo mismo que ahora les pide y les mandará al Juez a rehabilitarlos; pero pasarán largos siglos.
El Padre no pide sacrificios cruentos, ni imposibles, ni aún difíciles; pero cuando vienen legiones de espíritus hermanos de regiones muy lejanas y no los reconocen por su odio, por su ceguera, por sus concupiscencias, por su amor a la carne, me llenan de la amargura mayor y pido al Padre por ellos.
A los espíritus y a los hombres de la tierra, les ruego, les suplico, que depongan su sinrazón ante la justicia de la ley. La rechazan y el Juez, destina a cada uno a su morada: el Espíritu de Verdad retira su ancla de salvación y la justicia queda así hecha.
No hay apelación.
Vosotros, hombres del pueblo, víctimas de los prevaricadores; yo llego a vuestras asambleas; yo me manifiesto en vuestras reuniones; soy escarnecido de muchos de vosotros, pero yo veo que la causa no está en vosotros; oís la voz de redención, pero se os dice que luchéis en la ley para no derramar más sangre: esa es voz de Jesús; no os falto y no me veis; más me hago oír, porque sois dueños de vosotros mismos. Mas hoy os digo en autos de instructor.
El Espíritu de Verdad bajó a la tierra y habló a los hombres por el Juez de la Verdad y abrió el Juicio por el que son sometidos los hombres y los espíritus. Su luz no pudo resistirla el crespón negro de las tinieblas y quedó rasgado, siendo vosotros los que habéis de quitar todos los girones de ese crespón, que siglos os ocultó a la vista de los mundos de luz que hoy os hablan.
Bajó el Espíritu de Verdad y consagró la “Comuna Universal”, bajo el “Código de Amor” y esta comunidad es el Espiritismo, que hoy el Juez lo da en verdad, porque algunos espiritistas faltos de valor, prejuiciados del error, lo han amalgamado inducidos por los hombres de la carne y han creado el Espiritualismo y pretenden una primacía y crean obstáculos a la verdadera comunicación, pasando largos años en inútiles controversias que llevan la duda y de ahí la mistificación, que aprovechada por los espíritus del error, patrocinadores de la falsa Iglesia que no es la que yo proclamé y hoy quieren amalgamarla con los austeros principios del Espiritismo y ya, la hora del error, pasó.
Los hombres de la tierra hacen el Espiritualismo, infame amalgama de religiones; pero ha llegado la hora de la justicia y, el Espiritualismo, junto con las religiones pasará al recuerdo mitológico, porque han escrito sus fundamentos en el polvo; porque han levantado su edificio en la arena y viene el Simoun, cuyo sordo y formidable rumor ya se oye y lo arrastrará quedando borrado hasta el sitio donde se mantenía.
Han venido los que estudian en los archivos del Padre, que es la Cosmogonía, registrando moradas de dicha y amor en remotas nebulosas y llegan de ellas los Maestros y ellos recuerdan mis doctrinas, que son doctrinas de todos los mundos.
Ellos justifican, que el espíritu de Xavier, Maestro de todas esas nebulosas, ha vivido en la tierra pulsándola en varias existencias e ilustrándolas en todas las ramas del saber.
Él es el que, a las legiones de espíritus impone la justicia de la ley. Él es el que, aprueba las sentencias del Juez su representante en la tierra para el Juicio y la ley de amor; él es el que, os recuerda lo que os dijo Jesús; él es el que asume los derechos de la justicia, y yo… Oh… ¡Apenas pronunciarlo puedo! Yo, Jesús, quedó en descanso, porque al afrentoso madero, del polvo procedía y en el polvo fue derribado para no levantarse más.
Hoy es pues, el primer día de satisfacción de Jesús, por lo que mi alegría llega hasta mis hermanos, que con su esfuerzo han sabido derribar mi tormento.
Benditos hombres mis hermanos en la carne y en el espíritu. Benditas vosotras mujeres piadosas que ayudáis a éstos en la lucha y santificáis a una mujer, grande por su maternidad, grande por sus sufrimientos de un hijo y más grande por su amor; no olvidéis, que estos tiempos son llegados en virtud de la justicia y que son cumplidas las promesas de Jesús, que marcan el límite de todas las leyes escritas y predicadas y empieza otra ley, que si bien es la misma, es más amplia; tan amplia como el amor del Padre y se escribe ahora con tinta del éter recogida en toda la Cosmogonía, con la cooperación de los Espíritus Maestros y por los espiritistas mandados de Sion.
Vosotros ¡espiritualistas! ¡Hermanos encubiertos de los dogmatizadores ya juzgados! Se os ha dado el tiempo necesario para romper la amalgama que con negro crespón os cubrís a los que a vosotros llegan no llevándoles al discernimiento; sufriréis la sentencia más severa conforme al lema del Juez, que proclamó: “Juicio sin misericordia será hecho a quien no usó de misericordia”. Es la última palabra, que como aviso os dice Jesús.
Vuestras tinieblas son descubiertas por la luz que viene de Sion, porque los Consejos de Dios han decretado la justicia para el reinado de la luz. Seréis confundidos, porque recibisteis la alerta del Juez y lo desechasteis; porque el Espíritu de Verdad os habló y no le creísteis; porque Jesús os advirtió vuestro error y no lo escuchasteis y porque es llegada la verdad en el día de la luz y el reinado del espíritu con el Juicio Final de la tierra, con el que queda proclamada la ley que trajo el Juez que se llama Amor.
La paz sea con vosotros.
Jesús de Nazaret.
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Pidió entrada el Espíritu de una mujer; venía con otras muchas, que habían sido disidentes en el Juicio Monjil. Posesionado el médium dijo:
Cuánta vergüenza. (Efectivamente se mostraba avergonzada porque estaba del todo desnuda).
Pedí y María le tendió un manto fluídico y continuó:
Venir todos, oír, ved cómo el Juez me ha cubierto, venir y justifiquémonos.
¿Qué es el mundo? ¿Qué hemos sido en el mundo?
Ya hemos visto cuanto pasa desde que fuimos llamadas y traídas a Juicio; hemos visto las acusaciones que ese espíritu grande y de amor que acaba de retirarse hace a los hombres; acusaciones que nosotros afirmamos, porque fuimos víctimas de los apetitos de esos disfrazados. Creemos en la ley de justicia y más creo, cuando veo el amor con que somos juzgadas.
Es cierto que hemos sido viciosas; que hemos mantenido vicios pero hay causas que atenúan nuestra culpa; más nuestra desnudez nos ha acusado en el espacio y comprendemos que si hay causas que atenúan nuestra culpa, no es lo bastante a quitarnos la responsabilidad y nos confesamos culpables; pero acusamos como causantes, a los sacerdotes que convierten los conventos en casas de prostitución de la más baja clase; y cuando allí hemos caído, nos perdemos, porque la pasión nació en nosotras y se nos abandona, porque hay otras nuevas a quien pervertir y entonces no hemos sabido dominarnos y caemos en la depravación que de todas formas nos enseñaron.
Los que nos mancharon el cuerpo y el alma se ríen de nosotras; se ríen y nos aseguraban que no seríamos admitidas en Juicio; por eso mi temor de tomar posesión del médium.
Ved pues, mancilladores de nuestra inocencia, como os engañasteis y hemos sido vestidas para presentarnos al Juez, quien nos anima con palabras de esperanza y amor.
Somos admitidas y os acusamos de prevaricadores, de corruptores, de bestias, pues no otra cosa es vuestra lascivia y desenfreno que aun en el espacio no podéis dejar, por lo que no podéis acatar la ley y marcháis a los mundos donde la bestialidad es el castigo.
Aquí estamos ante el Juez y nos justificamos; no es vergüenza para nosotras, la vergüenza es vuestra y por eso huis.
El abuso, sólo lo hemos visto en los hombres que no pusieron su mano en el trabajo y nos quitabais la labor de las manos para entregaros a todas las desvergüenzas que en el prostíbulo causarían horror y reprocharían aquellas mujeres, que son mil veces más recatadas que lo que nos hicisteis ser en las bacanales de los conventos; pero ya no estamos en la sombra ni bajo vuestra voluntad y pedimos a María que nos cubra nuestras vergüenzas, porque en la desesperación en que nos dejabais, con el alma agonizante de angustia y la carne revelada y viciosa, a María acudimos en la triste situación y, ríos de lágrimas dejábamos a sus pies.
Nos justificamos, porque tenemos el deseo de salir de la incertidumbre en que nos habéis tenido como miserables esclavas y ahora nos satisface vernos dentro de la ley y que podremos trabajar y revalidarnos.
¿Por qué no nos dejabais en libertad? Mejor hubiera sido vivir en el mundo, porque hubiera habido un hombre honrado; un obrero que nos hubiera regenerado y hubiéramos sido buenas madres y no criminales como nos obligasteis a ser.
Mas hoy somos libres, hermanas. Estamos desnudas, es cierto; pero tenemos voluntad de trabajar y nos tejeremos la túnica de luz; bajemos a la tierra y seamos unas buenas madres; otras honradas obreras y el afecto y la afinidad nos unirá y cumpliremos la ley del “Dios de Amor”.
También hay muchas… ¡pobres!... que no pertenecían a la comunidad y que eran llevadas a los conventos después de haber sido deshojada su flor por el impúdico sacerdote y allí se les secuestraba, para quitar el peligro que podía traerles su hecho y allí quedaba todo cubierto. Ellas también lloran; ellas son más mártires que nosotras; para ellas también pedimos a María.
Nos habéis engañado; pero hoy sabemos que el Juicio es la justicia de la ley, pero no es el fin del mundo, porque el espíritu que vino de la cuarta nebulosa, nos llevó a donde vimos el mundo terrible a que tenéis que ir y vimos la tierra que queda hermosa y llena de luz después del Juicio, porque los que la oscurecen sois vosotros con vuestro negro hollín.
Si vosotros no nos hubierais obligado, nosotras nos hubiéramos tejido el traje de blanca luz, como el que viste María.
Gracias espíritu hermano Schilem que desde la cuarta nebulosa viniste para tanto bien: acatamos la ley y lo agradecemos y pedimos a María, a Jesús, que acusó como nosotras a los prevaricadores.
Ahora Juez de Dios. Te reconocemos. ¿Cómo dudarlo? Oímos a Jesús que te confirmó; sí, María se nos muestra risueña y nos muestra la cruz derribada que tanto la amargó. Sed justiciero en amor y todas conmigo tienen una lágrima de dolor y una sonrisa de amor, para premiar tu sentencia.
__ Bien hermana mía. ¿Por qué no acatasteis la ley, en el Juicio a tu gremio?
__ Porque aún estábamos prejuiciadas.
__ ¿Tú presenciasteis los mundos que enseñó el hermano Schilem?
__ Sí; al momento acatamos la ley.
__ Pues bien, ya que de voluntad venís y reconocéis la justicia del Padre, yo en su nombre, os admito a trabajar en la tierra. Que la luz os acompañe y que Schilem, Jesús y María os dirijan a Sion y allí repetir ante el ancla salvadora del Espíritu de Verdad, vuestro propósito.
__ Gracias. Gracias, por todas firmo.
Adelaida Suxter. (Austríaca).
Libro: Filosofía Enciclopédica Universal Tomo II
Autor: Joaquín Trincado