Discurso del Obispo Strossmayer; Epílogo (5)
- EMEDELACU
- 9 may 2023
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Actualizado: 23 feb

Discurso del Obispo Strossmayer
Epílogo
Juicio crítico, analítico e histórico, juzgado por la razón y los hechos.
Los autos procesales que proceden, son incontrarrestables e incontrovertibles y ponen de manifiesto como la luz meridiana, la culpabilidad de la religión católica y cristiana de todos los males que afligen al mundo, en sus cinco partes, y bastaría de juicio para sentenciar.
Mas la razón fría, no tiene prisa; a la ley no debe bastarle la acusación de testigos, ni debe serle suficiente el articulado escrito por los legisladores, sino que, sujeta esa misma ley al progreso de la evolución natural y a la revolución de las ideas del espíritu, queda librado el resultado de la causa para sentencia, al juicio público y a la ciencia y conciencia del juez; y más fundadamente cuando el delincuente es terco y ladino por supremacía, malversor y tirano; usurpador de derechos, impostor e impositor, hipócrita, faccioso y corruptor de la moral del pueblo, creando diferencias entre hombres e instituciones; manteniendo el odio y con él las guerras y el sobresalto de las conciencias; poniendo trabas y condenando el progreso; acaparando sin producir; comerciando con emolumentos que él mismo llama sagrados; prometiendo lo que no está en sus manos y poder y obrando, lo que él condena para los demás; abrogándose derechos, que no pueden existir; saliéndose de la ley común y creando códigos o dogmas sólo a su favor: por fin no concediendo a nadie derechos de ilustrarse, ni a pensar en libertad y constituyéndose en árbitro absoluto de perdonar y absolver, lo que ni el Creador puede absolver ni perdonar, sin destruir la armonía del Universo, lo que significaría mutabilidad, parcialidad, injusticia y engaño de la vida. ¿Tiene todo esto el Papado y por ende la religión católica? El obispo Strossmayer lo ha probado ante el mismo Pontífice y el llamado Sacro Colegio Cardenalicio y con su misma historia; pero omitiendo todo lo que pudo omitir por debilidad (a pesar de su fortaleza), o por malicia (porque al fin era católico), o por ignorancia, por culpa de no haber podido encontrar la verdad pura de los hechos, que había sido mucho antes mixtificada, borrada o quemada, para mantener con la mentira, la mentira de la fundación de esa Iglesia por Jesús y el apócrifo nombre de Cristo, que le pusieron; por lo que, con las declaraciones de Strossmayer, que son la confesión del delito, puesto que ningún rey de la tierra protestó contra él, y sí aprobaron la confesión, no firmando la infabilidad y retirándose con sus naciones, del impositor, negándole su apoyo y consintiendo su destronamiento, queda comprobado que esa Iglesia y religión, con sus dogmas y sacramentos, ritos y milagros, derechos materiales, espirituales y divinos que se abrogaban, eran falsos, inmorales y malos; así quedaba de hecho y derecho todo ello anulado y por tanto, condenada la Iglesia con todos sus emolumentos. Al No ser: lo que hoy, prácticamente el pueblo ejecuta, encerrándola en el vacío y sometida a la pena de ver desmoronarse todo su mentido edificio, sobre el que pesa toda la presión de sus hechos punibles, con sólo la mirada consciente y serena del pueblo, despertados por su propio esfuerzo, por la luz de su espíritu, por su razón desarrollada en el trabajo progresivo, por su deseo de abrazarse todos los hombres como hermanos; con cuyo juicio pidió juicio ejecutivo al Creador, el que no puede desoír los pedidos de justicia y los oye, e hizo juicio definitivo a hombres y espíritus, ordenando que la Bestia y el dragón sean desalojados y encadenados; y en cuanto sintieron el frío de la cadena en el cuello bramó furiosa y llamó a todas sus iras; rompió la resistencia, puesta sabiamente por el Creador en los Balcanes con el Mahometismo, para evitar el encuentro de los dos polos, de los Arios, Vedas y Budistas, con los Cristianos y Católicos; rota esa resistencia, ya veis la consecuencia; se tocaron los dos extremos y el corto circuito es terrible; los odios no encuentran modo, ni medida, de atenuar; pero lo encontrará la ley de justicia divina, aunque sea hundiendo las Sedas y Tierras de todos esos dioses, que si cada uno tiene un vicio, el Dios católico, tiene los de todos y los innumerables que consiguió en el odio a todos ellos; que lo digan, si no es verdad, todas las otras religiones del Oriente y aún las mismas Cristianas, Protestantes, Cismáticas, Armenias, Griegas y Ortodoxas, que también ninguna es justa ni buena, aunque sean mejor que la Católica; la que, por su engaño insólito, pidió y se apropió de todos los ritos y teologías de todas, bajo la promesa de unificación por un solo Código, que aun esperan, desde el año 325; pero en cambio, recibieron las armas del alucinado y asesino de su suegro y parientes, el emperador Constantino, primer emperador católico obediente al Concilio primero (que merezca tal nombre) y tomó, la cruz-patíbulo, como arma redentora, cristianamente, para crucificar a todo el género humano.
Demasiado claro habla esto a la conciencia, despierta ya del letargo y libertada del oprobio. Y tan es cierto que la cruz nació como afrenta y afrenta sigue siendo, como que el celibato es inmoral y causa del desconcierto de la humanidad que su fin es acabar con la especie humana, si la naturaleza y la Ley divina impuesta de "Creced y multiplicaos" no fuera más fuerte que los celibatarios, no podrá jactarse ni un sólo de los célibes, de no haber sentido en sí mismo la imposición de la ley de procreación y de aquí nacieron los más abominables crímenes, para eludir el patriarcado: esto cundió al Pueblo, siendo hoy una vergüenza, un estigma, que la humanidad arrastra que la ley de la vida y con ella el Creador, no pueden perdonar y no perdonan: porque la ley suprema en ésta; "Si odias, tendrá que amar; si matas, con tus besos resucitarás al muerto"; para su cumplimiento está la reencarnación, sin la cual, el progreso no puede ser, ni la vida podría tener atractivo y el Creador no es injusto.
Los absurdos teológicos, no los tenemos en cuenta como base de este juicio; son absurdos y no resisten un miligramo de presión de la libre crítica: ni menos investigación racional; menos aun a la sabiduría del espíritu y ya tienen bastante juicio con esto; pero se les tomará si a juicio vienen, para apoyar el juicio material, moral y corporal.
Aun cuando ya queda sobradamente probada toda la falsedad de la religión Católica y cristiana, como están las otras fracciones de Cismáticos y Ortodoxos, que no tienen tantos absurdos, pueden creerse más libres de la condenación que resulta contra la Católica, Romana y no Romana, y no pueden quedar en esa creencia aunque, engañadas por la cristiana, le dieron sus ritos y teologías cuya alianza ya se había prevenido en el Apocalipsis, diciendo que: "Del fondo del mar surgía una nueva bestia, con siete cabezas", que son siete religiones que firmaron la alianza.
El cisma protestante, nacido por discordia entre los sacerdotes, selló su santidad, quemando al gran Miguel Servet y siguió en todo el ejemplo de terror de su madre la Iglesia Romana: si bien es cierto, que han defendido a María la madre de Jesús, en su ley de madre, de la cual la sacaron por el dogma de la Inmaculada Concepción, cosa la más irracional que cabe en la fantasía de las mentiras.
Mas esto, que parece se el fundamento que le diera derecho a la consideración del librepensamiento, no es más que un subterfugio empleado, para ganarse al pueblo que jamás creyó (fundándose en la ciencia y la razón), que ninguna mujer puede concebir, ni ser concebida, más que por la Ley única, con todos los defectos y virtudes de la Naturaleza, que para nadie hace, porque no puede hacer excepción: porque tampoco el mismo Creador puede torcer sus leyes, sin dejar de ser inmutable: ni tiene hijos predilectos, porque ángeles y demonios (que no existen) pero existen espíritus de luz y tinieblas, todos son sus hijos: sólo que a unos los mira con placer y a otros con misericordia; pero en los dos casos, en el mismo amor, porque sólo tiene un amor, como sólo tiene una Ley y no la torció por Jesús, ni por nadie.
El protestantismo, pues, como los llamados cismáticos y ortodoxos, son cristianos y tienen sólo la atenuante de no ser católicos: pero son dogmáticos, son fanáticos y odian, lo mismo que los católicos los odian a ellos: han sostenido guerras por la religión, han atemorizado y perseguido al pueblo y no hay una sola familia que no tenga el estigma religioso y están por lo tanto en el mismo orden de sentencia.
El mahometismo, nacido a tiempo por la unión de cincuenta religiones islamitas y fúlicas, nace ideado por los espíritus de progreso, para que sea el valladar entre el cristianismo y el budismo u orientalista, el que, por la trampa del cristianismo, al pedirle sus ritos y teologías para unificar todas las religiones como ya queda dicho, no le perdonarían, no le perdonan su felonía; se habían de ir a las manos y el mahometismo, cumplió el fin que se le encomendó, pero sosteniendo en todos los momentos guerras sangrientas, llevadas por la rugiente bestia católica, hasta llegar al odio más indomable llamándolos "Perros cristianos"; por cuyo odio, cometió los desmanes del fanatismo; por cuya causa, el mahometismo, como el budismo y las religiones de su familia, están en el mismo orden de sentencia.
Acaso parezca, que al no enumerar hechos tan vergonzosos de estas religiones, como el de la católica y cristiana se pueda pensar que son mejores o que al juzgarlas, haya habido parcialidad; no: no hay parcialidad: ya dije que cada una es un vicio de la católica y al examinar aquélla, quedan examinadas todas en ella, porque ella, al nacer, recopiló en sí misma todos los vicios, dogmas y ritos de todas: las abluciones de la judía, convertidas e un bautismo sacramental; Juan, no bautizó en nombre de nadie ni menos de una religión pero en cambio, llamó a los sacerdotes y magnates "raza de víboras". De la religión vedanta (budista) tomó el rito de las especies, convertido en el impío sacramento de la Eucaristía, que no fue instituido por Jesús, aunque lo diga hoy el Evangelio de Juan, que tampoco éste, ni los otros tres que hoy le dan al pueblo, son los que ellos escribieron: si no ¿por qué se presentaron unos cincuenta escritos novelescos y escogieron cuatro para llamarlos Evangelios y se contradicen lo cuatro también? ¿Cómo habían de llamar esos discípulos a Jesús su Maestro, Cristo, si sólo unos exaltados le llamaron Cristo, el día que Jesús entró en Jerusalén, custodiado por veinte mil hombres armados al mando del príncipe de Ur que quería proclamarlo Rey de Judá? ¿Cómo habían de escribir los discípulos de Jesús, que su maestro había nacido en Belén, viviendo María su madre y sus once hermanos, hijos como él de José, que los hubieran desmentido, comprobando que Jesús nació en Nazareth y no el 24 de diciembre? ¿Dónde existió la matanza o degollación de los niños de Belén y sus cercanías, ni los Reyes Magos, ni la estrella que los guiara? ¿Dónde, en fin, se verificó la Resurrección, ni la Ascensión del cuerpo de Jesús, ni la venida del Espíritu Santo (aunque los apóstoles pudieran ser inspirados) ni la Asunción de María? Lo único que hay de verdad en todo esto es que, Jesús fue crucificado por los sacerdotes: más no murió en la cruz, sino en la Escuela de los Escénios a la que pertenecía.
En la conciencia está de todos los hombres que conocen a Jesús, que él, no fundó religión ninguna, ni instituyó ritos ni sacramentos, que sí, las rebatió y condenó, siendo esto la causa de los odios de los sacerdotes, hasta llevarlo al patíbulo (el cual la religión católica quiere que sea instrumento de redención) pero el obispo Strossmayer prueba que los Papas erraron todos y en todo: que Pedro, no fue autorizado por su Maestro, ni lo tomó como piedra para fundar la Iglesia Católica ni otro; por añadidura, están las cartas de Pablo, donde acusa a Pedro de que "Judaizaba con los judíos que crucificaron a su Maestro"; confiesa Pablo, "que había reconocido a Santiago, el hermano del Señor, como Jefe del Apostolado". Y de que era tal autoridad, aquel apóstol lo confirma su carta universal, único documento del llamado Nuevo Testamento, que puede admitir la razón y que puede ser la carta orgánica de un gobierno fraternal, para todo el mundo: pues más que carta, son fundamentos jurídicos, filosóficos, morales y de orden.
En el apostolado había dos Santiago que con malicia los han trastocado; haciendo gracia, le conceden al de España el título de primo de Jesús, lo que es falso, pues el apóstol Santiago de España, es el hijo séptimo, último de María y de José, tenidos de su unión corporal y era aquel último, el amor de los amores de la proficua madre, como generalmente sucede a todas las madres, con el hijo -menor; es su último fruto y en él se reconcentra ya todo su ser, purificado por tantos motivos anteriores del matrimonio de amor.
José, era casto de corazón, como todo hombre de trabajo; pero eso mismo lo haría lógicamente, potente hombre procreador: y para cuando celebró sus bodas, con la llamada "Rosa de Jericó" ya era viudo de Débora, de la que le quedan 5 hermosos vástagos, que con siete que tuvo con María, le dan el justo título de patriarca, según la Ley de Israel: es gravísimo y estupendo el delito de deshonra que le ha impuesto la religión católica, con la putación de Jesús que sabiendo por ciencia y conciencia, que el Creador, no puede torcer ni quebrar sus leyes, tampoco mujer ninguna puede concebir, sino por obra de varón. Si José, es padre putativo de Jesús, siendo hijo de María, su mujer necesariamente, ante toda la ley humana, María, es, ¡adúltera! ... (Eso habéis hecho a María ... ¡oh católicos!, --adúltera). Eso nada menos la llamáis al crearla y confesarla Virgen... Culpar a vuestra religión de tal crimen y blasfemia.
Santiago es el Benjamín de la gran familia del carpintero de Nazareth; esa es la causa de que, una vez que todos los apóstoles han sido distribuidos en los puntos que convino, María se fue al lado y al amor de su Jaime. Sálduba (hoy Zaragoza), es testigo de que María fue por su pie, con sus cabellos plateados por los años y el sufrimiento; allí en España, quedó y están sus sagrados restos de madre y mártir del amor, guardados muy bien por su hijo, el que recibió una promesa y un beso, para dárselo un día a la humanidad en señal de paz. Y, parece que ahora debe acercarse ese feliz momento, porque la acción de la Justicia, quita todos los estorbos y se descubre la verdad, a la luz del sol de Justicia.
Todo esto, con las pruebas de Strossmayer, ponen evidentemente al descubierto la falsedad de todo lo que constituye la religión católica; lo falso no puede existir. Conocida la falsedad, todo aquel que milita en la causa falsa, es falso con ella y peligroso de los mismos hechos que su causa; se les dice a los hombres que son efecto de la causa, para que no aleguen ignorancia, o se confiesen cómplices de los hechos de la religión.
Queda confirmado por sus hechos que, el mal mundial y todas las guerras habidas en la tierra desde que existe el cristianismo y catolicismo, con causados por él.
No puedo cerrar este juicio sin decir, que la palabra Cristo, se traduce "peligro" la empleó Moisés y la dio al pueblo por santo y seña (ya que era herencia que él recibió): que nos digan los archivos de Egipto, si no es verdad, que los israelitas, pronunciaban esa palabra sobre la piedra, en sus fiestas y también para conocerse, los que por disposición de Moisés, se quedaron para listarse en las filas de Faraón, en los ejércitos que persiguieron al pueblo de Israel, con cuya estrategia, venció Moisés a sus perseguidores, porque, de entre sus filas y con sus mismas armas, los acometieron los israelitas que se conocían bajo la palabra "Cristo".
Cristo, pues, es la piedra ungida por Jacob, la cual Moisés dejó no olvidada, sino señalando algo que enterró en las arenas del mar Rojo, cuyas aguas no abrió: pues si hubiera podido abrir paso en el mar, mejor habría podido evitar la batalla que le costó muchos hombres y zozobras. Este es un principio filosófico indestructible.
Como esa piedra fue encontrada por Aitekes, yerno de Faraón y llevada a la hoy Galicia, España, por la Brigada formada de los restos del ejército de Faraón, derrotado por Moisés, lo refiere muy minuciosamente con datos, señales y documentos, mister River Carnard, en unos capítulos titulados: "El trono más extraño del mundo", publicados en julio y agosto de 1902, en la mundial revista "Alrededor del Mundo" y entregados a la Academia de la Historia: lo que quiere decir, que ese fidedigno e histórico, aunque allí falte la parte espiritual, que está en los secretos de los archivos en los que Jesús y otros misioneros podían sólo conocer hasta hoy; pero ya todo se le dirá al hombre, porque desaparece el peligro Cristo que tuvo la humanidad y a las naciones que le rinden culto se les advierte que "El que ama el peligro, perece en él".
Si; Aitekes, yerno de Faraón y capitán de sus ejércitos, encontró y cargó con la piedra que Moisés dejó en señal de lo que ocultó en las arenas del Mar Rojo. Y como había visto a los israelitas en sus fiestas inclinarse sobre la piedra y decir "Cristo", como había oído a los desertores e su ejército, israelitas, conocerse con la piedra "Cristo", aquella piedra (según la superstición reinante en los egipcios), no podía ser otra cosa que el Dios de los israelitas, más fuerte que el de Faraón, puesto que los habían vencido, y Aitekes gritó: "¡Los hemos vencido; los abandonó su Dios...!" Ya tenemos una piedra convertida en Dios. Llamado Cristo... ¿Cuáles eran sus doctrinas? Los israelitas tenían las Vedas, traducidas o emanadas del sánscrito, doctrina y ley buenas indiscutiblemente y tenidas como verdad las que tomaron para el nuevo Dios. La palabra verdad, en egipcio, dice evangelio; y esa es la causa de que a la verdad se le llame evangelio.
Ese es Cristo: infinitamente inferior a la doctrina que le dieron, pero que la concupiscencia mistificó pronto; hoy, el Evangelio, mistificado y arreglado al gusto de los sacerdotes de cada fracción religiosa, es mucho más bajo aun que el Cristo, o la piedra, la cual es Cristo.
Aquellos grupos de derrotados egipcios formaron brigada; en posesión de ese Dios, dijeron: "Tenemos el Dios más fuerte y con él dominaremos al mundo..." ¡Lástima es que Aitekes fuera un tan buen profeta!... Pero ese Dios, esa religión cristiana nacida en las arenas ensangrentadas del Mar Rojo, es la bestia que Juan ve morir y de la cual ve nacer otra nueva con siete cabezas y sentarse sobre ella el dragón, Cristo, a la cual adoran los hombres por sus milagros (léase engaños y terrores), ya ven los hombres que todo se ha cumplido; pero sabéis también que Juan le señala a esa segunda bestia dos mil años hebraicos de reinado y ya se han cumplido: no hay lugar a burlar la ley.
Por fin aquella brigada, con el Dios - Cristo, pasó el África y la Iberia y se instaló en la que es hoy Galicia de España, fundando la ciudad de Brigantium en nombre de la brigada, llamándose brigantinos. Aquella ciudad es la hoy Santiago de Compostela, donde estuvo aquel trono 23 siglos.
Aquel trono pasó escapado a Irlanda; de allí a Escocia, para asentarse por fin en Westminster, de donde ya no tiene salida; ya lo verán luego los hombres.
La prueba y testigo de estas verdades es la misma piedra que Aitekes encontró y llamó Cristo (hoy piedra fatídica) que está empotrada en el asiento del trono, donde desde hace siglos se sientan los reyes de Inglaterra al ser consagrados, y es aquel mismo trono de Brigantium; por si ahora lo quisieran ocultar, mister River Carnard lo descubrió, dio fotografías y relató la peregrinación de la piedra, la cual es Cristo, que ahora ya sabéis lo que es y quién lo fundó.
Y bien, es verdad que "de tal palo, tal astilla"; que, según es la semilla, el fruto no puede ser más que de su especie; el sentimiento del ser es la base de sus acciones. Entonces, ¿qué puede dar una piedra más que tropezones, rompimiento de miembros y descalabros? ¿Cómo podemos pedir sentimiento a Cristo, si por su naturaleza no lo puede tener? Si algo ha hecho que los hombres lo hayan creído medio bueno por el fanatismo y la ignorancia, es debido a las doctrinas que le dieron que, aunque las mistificaron (ya en la Veda no eran puras las del sánscrito) siempre quedó algo que llamara a los hombres el sentimiento, aunque fuese siendo esclavos de los sacerdotes, pues ellos sólo han pasado por sabios entre los ignorantes. Hay, sin embargo, excepciones, aunque raras, pues ha habido algunos hombres de valía en las filas religiosas cristiano-católicas; pero ninguna de esas excepciones terminó su vida bajo el dogma, pues los que no fueron sacrificados por el Santo Oficio, apostataron porque engañados, o porque creyeron que la moral que debía enseñar la religión debía ser sana y saludable, ya que se abrogaba el exclusivo derecho de educar a los hombres, o bien porque sólo vistiendo hábitos podrían dar algunos principios evolutivos y revolutivos del espíritu; por lo que esas raras excepciones eran misioneros de la verdad, voz y brazo de la Justicia, y así confirmarían con su sangre el peligro Cristo, cuya historia sólo con sangre está escrita, porque sobre sangre y cadáveres nació, teniendo por padrinos el odio, la superstición, el orgullo y la mentira.
Que el odio, la venganza, la ignorancia, la opresión, el fanatismo, la usurpación y todas las pasiones son el escudo del cristianismo, está la historia que lo confirma y lo confiesa Strossmayer en su nombre ante el mismo Pontífice, lo que significa su abolición, su muerte y desaparición, por en cuanto hubo muchos cardenales que estuvieron conformes con Strossmayer y ningún rey ni jefe de Estado allí representado protestan y sí confirman su abolición viendo impasible el destronamiento del Papa como rey.
Desde entonces, el poder civil, en el mundo católico, adquiere su poder real del pueblo; éste confirma su triunfo no bautizando a sus hijos y adelantando la moral, la cultura y el progreso, porque sus obras ya no llevan el vergonzoso epitafio: "Con licencia de la autoridad eclesiástica", autoridad que nunca existió desde que no fue Pedro Papa, porque no había recibido potestad de su Maestro Jesús, que no fundó iglesias ni religiones; y además, si fuera a un poder constituido por los poderes de la tierra para que se encargara de la educación, ésta fue mala y criminal, como lo prueban sus hechos y aún nos declara Strossmayer que el Papado estuvo acéfalo 150 años ; sabemos que hubo Papas -mujeres y que parió una en el Altar. Así han practicado la moral y la han enseñado, por lo que no tiene derecho a la existencia de la vida todo lo que se opone a la vida, por lo cual en aquel acto donde el Pontífice quiere que se le reconozca infalible, la Justicia Divina, cumplido el tiempo señalado en el Apocalipsis, encadenó a la bestia y al dragón, quedando preso su representante: en la agonía (que es menos larga de lo que quisiera) pero que tenía que ver el derrumbe completo de sus hazañas y fechorías; y hoy presencia a su pesar y vergüenza, los frutos de su dominio, con esta conflagración mundial, porque según es la vida, es la muerte: es la plena del Talión.
El Público es hoy también, a pesar de la clausura y secretos juramentos de las sociedades monásticas y tonsurados, las rivalidades, los pugilatos, los odios y las disconformidades de todos esos... ¡Ministros de Dios!... que se odian y se maltratan, más bajamente que mujerzuelas, unos individuos a otros y una a otra comunidad. Pero tratándose de hacer justicia en alguno de los innumerables crímenes y actos inmorales que trascienden al público, o queriendo el pueblo separar al estado Civil, que al fin de luchas se ha creado y no quiere que lo ensucie más, el estado religioso... entonces, todos son uno: compran al populacho, gritan como energúmenos y la cruz se convierte en puñal; el incienso y las especies de los sacramentos en los polvos de los Borgia, desaparece de la escena el atrevido que le tocó un pelo a la bestia y al dragón, con lo cual los gobiernos han sido dominados por ellos y los han obligado a ser sus feudos y sus cómplices, engañando al pueblo, para lo cual lo mantuvieron en la más denigrante ignorancia, de lo que la religión es causa única y primera.
En esta ignorancia los gobiernos reprimieron siempre al pueblo, obligándolo a ser el burro de carga, paciente, inconsciente e ignorante, para que mantenga a los tres parásitos, que le comen la sangre y pagando las universidades, a las que el pueblo no le es dado entrar; si le pide pan se le da plomo (cristianamente), y hasta esas balas con que es asesinado se las hacen fabricar al pueblo; se les somete al hambre rebajándole los salarios y encareciendo los productos que el pueblo produce para la vida; no le dejan tiempo a pensar por el hambre y el mucho y bruto trabajo; se le cierran sus locales, para que no pueda tomar acuerdos, y se les divide sus partidos en mil fracciones, por la intriga y la calumnia; se le amenaza siempre con la metralla. Nieguen esto las religiones y sus feudos y cómplices con quienes únicamente se sostienen; pero que nieguen o afirmen, la verdad rebosa como el aceite: la luz de los espíritus, todo lo descubre a la vida y conciencia de los hombres; la presión que se hace al pueblo no es más que amontonar combustible; ya la hoguera arde omnipotente en todo el mundo y... ni militares, ni opresores, ni dioses religiosos pueden evitar el paso del terrible rodillo que viene aplastando todo porque: "Y todo lo que se estorbe será quitado", ha dicho el Creador, por Isaías, y hoy se cumple.
Por todo lo expuesto, la Justicia Divina, en juicio definitivo e inapelable, decretó la desaparición de todo el mal que aflige a los trabajadores, para lo cual toleró las concupiscencias hasta acumular todo el material que servía para la opresión y los está quemando con esta conflagración mundial, tras de la cual borrará todas las manchas que afean la tierra, cubriéndolas las aguas y los hielos; porque la tierra tiene que entrar en nuevos planos (nuevos cielos dice la profecía) y aquella atmósfera no admite miasmas de pasiones de guerra, además, sólo así desaparecerán las causas, religión y gobiernos feudos de ellas; pero han de ver los causantes la demolición de su edificio, fundado en la mentira: ésa es la sentencia inapelable.
Mas, como la Justicia Divina no tiene iras, odios venganzas ni represalias, tú pueblo no puedes desmentir tu nobleza. Sabes y se te advierte de nuevo que todos los hombres son hermanos; que aún los que se han desnaturalizado y visten hábitos, sotanas o levitas, son efecto; que sí son, responsables, pero no son culpables, si no se aferran a la causa errónea que han sostenido, desde ahora que se les descubre a los rayos del sol de Justicia; debes esperar que serán cuerdos, en no esperar que los envuelven los escombros de su edificio.
La culpable es la causa, que origina los efectos; es contra ella que lucharás, en defensiva, en los primeros años de la Comuna Universal, de amor y ley.
Todos esos hombres y mujeres de las tres clases de parásitos son efecto de la causa religión que los originó; y si se pliegan en voluntad al trabajo productivo, es señal que demuelen ellos mismos el edificio error y, ábreles los brazos porque son tus hermanos, equivocados por la religión.
Impón, sí, en justicia indefectible tu voluntad serena; haz valer tu verdadera y omnímoda soberanía, proclamando la Comuna Universal, sin parcelas y sin propiedad individual; rompe con tu brazo fuerte y vigoroso las fronteras que te empequeñecen y daros todos los hombres al brazo fraternal, bajo el sol o credo de que cada uno de vuestros espíritus forma parte integrante y todos la unidad solidaria, con una sola ley: la de amor, que siempre te ocultaron con el baldón caridad, por la que no has podido conocer el amor universal, ni aun el de familia; cuando proclames la comuna te será dado el "Código de Amor Universal", la verdad suprema y el nombre, con que todo el universo conoce y pronuncia al Creador, nuestro padre común. Daos prisa: ya es la hora, porque ya alumbra el sol de Justicia.
Libro: Discurso del Obispo Strossmayer
Autor: Joaquín Trincado