El grito de la conciencia
- EMEDELACU
- 4 ene
- 6 Min. de lectura

Con la luz que me hice al caer el velo que me cubría, y lo que allí vi y oí, empecé a recoger un arsenal de datos en bibliotecas, revistas y reuniones y en ese tiempo, sobrevino sobre mi casa el colmo de los males económicos, que, si hubiera sucedido poco antes, no hubiera tenido calma para afrontar sin vengarme de la maldad de los hombres.
Tuve capacidad, la arrostré pasando miserias y calamidades y esperé que pasara la prueba; pero seguía mis trabajos obteniendo confirmaciones, habiendo días que no comía, porque me había sido arrebatado el producto de mi sudor: si era justicia, ya se cumplió. Si fue odio, yo perdono al causante, sin hacerme su cómplice. Allá la ley.
En medio de estas necesidades, me sorprendió un telegrama por los días últimos de mayo de 1911, anunciando un congreso eucarístico en la capital de España; yo comprendí que era un reto de la iglesia católica y respondiendo a mi condenación de esa bestia, escribí al propio Papa X negándole poderes divinos, bajo la firma: El Anticristo, que me inspiraba y produjo efecto.
He aquí la copia de aquel escrito:
Al Jefe de la Iglesia Católica Pío X, Papa.
Con dolor grande he visto, que aun los papas y su iglesia no se han saciado, de sangre humana.
Tristeza horrible circunda a mi alma vuestra ceguera por el deseo de predominio, ya en vuestras prédicas, ya en vuestras encíclicas y demostráis la rabia que en vuestros corazones albergáis contra aquellos hombres o contra aquellos pueblos que sacuden vuestro oprobioso yugo, y se emancipan de la enervante tutela de la decadente iglesia romana; y la paciencia del verdadero Dios, todo amor y padre clemente; es provocada aún en las postrimerías de esa nefanda iglesia que tanto luto y desolación sembró en los hogares de toda la tierra.
Cantáis la paz con las palabras y con los hechos proclamáis la guerra, y desde la silla apostólica que tantos millones de crímenes oculta, dirigís impune el fratricidio de la humanidad.
Cantáis un doctrina errónea de invención impostora, atribuyéndola a Jesús, y Jesús huye avergonzado de vuestras iglesias acudiendo en espíritu a buscar consuelo en los hogares y reuniones donde en nombre del verdadero Dios se reúnen los hombres de buena voluntad, en el deseo de proclamar la verdad, y allí Jesús se explaya y repite las palabras que él dijera y explica el sentido que tienen sus parábolas y llora por haber sido mal comprendido y condena la falsedad de la pretendida iglesia romana, que debió ser iglesia de la fraternidad universal y es el antro fratricida.
Jesús dijo: Amaos los unos a los otros” y la católica iglesia siembra el odio apostólicamente y condena al suplicio eterno de su invención a los que la luz de la verdad iluminó y tienen la fortaleza de protestar de la mentira y falsía de la iglesia de los papas. ¿Es eso amor? Jesús dijo: “Fuego vine a traer a la tierra ¿y qué quiero, sino que arda?” Él hablaba refiriéndose al fuego del amor universal y vosotros habéis encendido el fuego de todas las pasiones y especialmente el del odio entre los pueblos y las naciones y el fuego de las hogueras que aún empañan la atmósfera terrestre, los humos grasos de los cuerpos humanos en ellas consumidos en nombre del Dios tirano de los católicos.
Habéis con refinada maldad dogmatizado y misterializado, todo lo que no son más que hechos naturales y habéis mantenido el mundo católico en la más miserable ignorancia, a fin de hacer prevalecer vuestras infamias.
Y si algún hombre de elevado pensamiento se atrevió a predicar la verdad, vosotros los amordazasteis con asquerosas excomuniones y aun este era feliz, pues, los más, pagaron caro su valor en las mazmorras y las hogueras; pero la semilla dejaron sembrada y era de justicia en la ley del “Dios Amor” que estas semillas fructificaran y ya, los frutos empiezan a sazonarse; y aquellos espíritus cuyos cuerpos matasteis en nombre del Dios odioso de vuestra iglesia, a la tierra han vuelto; unos han tomado nuevo cuerpo para luchar y todos están en espíritu protegiéndoles y recordándoles las verdades que tienen que implantar en nombre del Dios Amor.
Mucho han temido vuestros antecesores a los nuevos apóstoles de Dios; con mucho tiempo les anunció a los prelados, Pío IX advirtiendo al mundo católico que “El Anticristo” había nacido”; pero se equivocó no en la afirmación de su nacimiento, sino en los conceptos de él formados; porque “El Anticristo” no viene a negar a Cristo[1](1), viene a salvar a Cristo de los absurdos que la católica iglesia le ha atribuido; viene a declarar hechos naturales que se explican por la ciencia y la razón, los absurdos dogmas, y misterios, o milagros que han servido de valladar a las inteligencias para penetrar en la verdadera ciencia; viene, en fin, a desenmascarar, a descorrer el velo que cubre a la verdad, tendido y sostenido por la iglesia católica nacida en la discordia entre Pedro y Pablo; sí, nació en la discordia, porque Pablo que no había conocido ni oído a Jesús, funda su iglesia en Antioquía y Pedro, avergonzado, sacude la cobardía que le tenía encerrado en Jerusalén negando la doctrina de Jesús y asegurando que su maestro no había querido renovar la ley de Moisés; y Pedro que culpa a los romanos de la muerte de Jesús y Pablo que culpa a los judíos y ataca la cobardía de los apóstoles, acuden a Roma a dirimir la contienda y de esa discordia, nace la iglesia que había de llevar esa misma discordia al mundo entero y a las conciencias, por la astucia y la fuerza bruta.
Ahora bien. ¿Con qué derechos ni divinos, ni humanos os atribuís el derecho de absolver o condenar? ¿Con qué derechos os proclamáis infalibles?... Y si vuestra misión es espiritual, ¿por qué bramáis cuando las naciones os niegan el derecho que no podéis tener de inmiscuirnos en sus asuntos políticos y administrativos?… Si la moral fuese vuestra base, no llevarías la inmoralidad a las conciencias con la palabra y con el ejemplo. Y si la ciencia de la razón os guiara, no seríais tan necios de pretender imponer vuestra voluntad a la libertad santa que Dios infundió en las almas, la que, si un tiempo habéis coartado, no lo podréis hacer hoy, porque los espíritus de Dios son mandados a manifestar la verdad. Y sabed, que el Anticristo, viene a encender la luz de las inteligencias y salvar a Cristo[2](2).
Mas no penséis que viene a castigar a los prevaricadores, porque entonces sería tan injusto como ellos que viene a rebatir: no. Viene con la luz en la mano a alumbrar las tinieblas. No atacará a los efectos si no a las causas y estas son las que castigará con la justicia de sus hechos; y la iglesia católica es la principal causa de la ignorancia y de las guerras fratricidas, a ésta la demolerá y no dejará piedra sobre piedra ni en lo más profundo de sus cimientos; cuando ésta será demolida, todas las demás iglesias se desmoronarán por sí propias, porque sólo son y existen por antagonismo a la católica.
Como mandado por Dios: por el “Dios de Amor” que la razón admite y el alma adora, os doy el aviso para vuestra salvación: no os ofrezco el cielo que no existe como vosotros lo habéis pintado ni os condeno al infierno eterno que con tantos horrores habéis inventado, para amedrentar la pusilanimidad.
Yo, sólo os ofrezco el eterno progreso que como hijos del mismo padre tenemos impuesto en la creación eterna, y queráis o no queráis, llegaréis; si os detenéis en el camino, a vosotros solos os dañáis.
Os autorizo a hacer el uso que deberíais hacer de este aviso, en bien de la humanidad que habéis hundido; pero como sé que no lo haréis, yo lo publicaré en el día del que me ha dicho: “Yo quiero ser más que lo que fui y menos de lo que me han hecho”.
EL ANTICRISTO.
Buenos Aires, 31 de mayo de 1911.
[1] Léase la nota al fin.
[2] Al escribir la palabra Cristo lo hago porque la iglesia confirma a Jesús Cristo; y hago esta aclaración porque conviene saber que el Cristo es desmentido por no haber existido como personalidad, luego al anticristo al condenar al Cristo, salva a Jesús.
Libro: Buscando a dios y asiento del dios amor
Autor: Joaquín Trincado