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Joaquín Trincado

El comunismo universal y legal

Foto del escritor: EMEDELACUEMEDELACU


El 30 de mayo de 1910 hemos sentado nuestra proclama de “El mundo todo comunizado”.


Durante los meses de diciembre del mismo año hasta el 5 de abril de 1912, que en sesiones y conferencias públicas se estudiaban las fases porque atravesó la humanidad, se advirtió a los hombres que había llegado el momento de la unidad de toda la familia humana por el amor como única ley.


Pero tuvimos en nuestros organismos una terrible contracción, porque comprendimos la imposibilidad de la paz deseada, sin un cataclismo humano y geológico, y hubimos de resignarnos a lo inevitable, preparado por el papado en estas terribles palabras del desgraciado Pío IX, que en su testamento dice: “Defended y conservad la iglesia, aunque sea a costa de la sangre de toda la humanidad”.


A ese infame apóstrofe hemos contestado: “Salvaremos la humanidad a costa de la caída de todas las religiones”. ¿Quién sostiene a las religiones? ¿Los tronos? ¿La ignorancia? Pues ilustraremos al pueblo y rodarán las coronas. En diez años se ha conseguido.


Entre todo lo estudiado y expuesto en todo ese tiempo entresacamos para este párrafo lo que es esencial para exponer a la consideración el verdadero comunismo al estudio de los hombres. He aquí algunos puntos de aquellos estudios.


“Para vivir en el mundo sin otro objetivo que nacer y morir como flor de un día, no necesita el hombre de la tierra de tanta luz sideral. Pero como vemos que nadie puede sustraerse al progreso porque es la ley inflexible, enseñamos al hombre nuestro hermano que, el Padre común ha puesto a la vista de todos, su gran libro donde se lee que, por el trabajo, por la sumisión a la ley, por el agradecimiento al legislador universal, por el conocimiento de sí mismo, por el amor a toda la común familia, nos hemos de elevar al grado de hermanos sin distinciones”.


“Esta es la verdad y la ley eterna que traemos”.


“Cuando hemos conseguido hacernos oír del hijo del pueblo consciente, capaz de unir las dos potencias: la materia y el espíritu, nos bañamos en un piélago de luz y la Paz alborea”.


“Llega nuestro pensamiento al hombre de acción que vino preparado, duerme su materia, pero su espíritu escucha y revela a su materia la verdad; acaso lo tiene por un sueño: no importa, se verá forzado a corregir y trabajando y estudiando se aferra a la idea y lo convertirá en obra, porque hoy llega la luz a torrentes y disipa las tinieblas”.


“Al triunfar la idea no hacen falta títulos académicos, porque la contundencia del convencido es mayor que la elocuencia del aprendido; porque los convencidos tienen por cátedra el universo, cuyo rector es el padre común y el preceptor el espíritu de luz”.


“Los hombres sienten vacíos en las ciencias y es a causa de sus prejuicios y principios erróneos que les entregaron mixtificados por las religiones en su antagonismo a la verdad, creando el dogma e imponiendo la ignorancia, con la cual dominaron a los estados civiles, sus feudos, que han llevado el mundo al caos, a la confusión, al odio”.


“La tierra poblada por hombres y dividida por rayas tendidas en el plano geográfico no divide en su ley a las aves, ni a las bestias, que viven en organizadas repúblicas y perfecta comuna”.


“Sólo hay dos que se disputan derecho de supremacía: el león y el tigre; pero éstos sólo se enseñan los dientes, porque se impone la ley natural, que da al león el respeto; pero éste, por nobleza, no oprime, ni se atribuye derechos primarios, antes es justiciero y mantiene la comuna en el usufructo de los productos de la tierra. Todas las plantas también obedecen la ley como los habitantes irracionales, y sólo hay una planta de todas las que la tierra sostiene, que se rebela y no cumple la ley; es la planta que absorbe todas las bellezas y dones de la naturaleza: es el hombre, primero de los seres. A éste le hacemos un llamado último: le ponemos a su vista las potencias de los reinos de la naturaleza que cumplen su ley y es necesario que él cumpla como primera potencia que es y resumen de las potencias todas, porque ya la ley inexorable no puede esperar más”.


“Sucede que las costumbres sociales arraigadas en la concupiscencia, han llenado las leyes orgánicas de los pueblos, de errores. Los pueblos son regidos por el hombre obsceno, educado en el error de títulos que cree lo ponen fuera de responsabilidad de la ley común del pueblo y es este el hombre que ha de administrar justicia, que no puede ser porque él no conoce por la experiencia lo duro del trabajo y lo amargo de la vida y burla el querer del espíritu de la mayoría a quien ofende, además, llamándolo “El bajo pueblo”. Y si a esto agregamos que este hombre por su impunidad es orgulloso, tendremos que su falta de respeto a los humildes, su desconocimiento de la vida práctica del obrero, la adulación de los de arriba y su nulo amor, en vez de hombre de justicia es el verdugo que arranca la vida y esto es un delito de lesa humanidad. Si estos alegan ignorancia, se condenan ellos mismos, porque en todos los tiempos el obrero protestó, porque en todos los tiempos hubo maestros de moral, misioneros del progreso, legisladores de la ley de amor, ya sea un Shet, un Moisés, un Sócrates, Platón, Juan y Jesús, hombres naturales y no extraordinarios, y sus principios son luz y progreso, casi todos eliminados por lo que hoy representa ese juez descripto, porque su luz les cegaba. Su eliminación primero y la mixtificación después, señala la concupiscencia de los jefes religiosos y civiles, y esto es su baldón ante la justicia inflexible que hoy acusa.


“Por esas mixtificaciones la historia no apunta la verdad ni los hechos del espíritu, la tradición humana por comodidad y prejuicios traiciona también esos mismos hechos. El progreso y la experiencia nos ha llevado al convencimiento de que la ley escrita mató al espíritu de la ley, por las causas ya apuntadas; por lo cual hoy se da una ley escrita, pero cuya letra no matará el espíritu, porque es letra y espíritu que habla al corazón, al alma y al espíritu a la vez”.


“Más la malicia de los supremáticos ha prejuiciado a los espíritus y por un tiempo los redujeron a la impotencia por el terror sembrado, pero… El Simún soplará formidable y hará despertar a los dormidos, que al darse cuenta del engaño caerán con valor sobre los que se han desnaturalizado; y si quieren resistir, arrollarán y pisotearán los falsos principios, para detrás enarbolar como bandera el amor de hermanos, único principio.


Ese principio, los hombres de la ley dogal y del poder usurpado, no lo han encontrado por su despotismo. La mayoría oprimida, lo ha encontrado y acepta ese santo principio, por lo que nos dirigimos a los espíritus de esa mayoría. Son inconscientes hoy, no importa; entre ellos hay misioneros, ocultos bajo el traje del obrero; sus espíritus lo saben y ven acercarse el momento de la batalla y por eso se conmueven esas mayorías populares, rebeldes y protestan de la opresión; es que los cuerpos presienten a sus espíritus que lo anhelan con todos los del espacio y trabajan en la preparación para que menos cueste la victoria”.


Pero hay que dar un tiempo: el necesario para hacer conciencia porque no llega a doctor el niño, por lo años de la universidad estudiando la ley; necesita experimentarse y ser mayor de edad, para ser responsable de sus actos, todo esto está en la ley”.


“Y hay aún otra ley, casi desconocida: la ley de los afines. Ley que señala las epopeyas cuando llega el momento histórico de la evolución y revolución, que no puede ser sino cuando ha reunido en el mismo punto los elementos afines que han de operar, uniendo en el mismo grado la materia y el espíritu, porque así es ley”.


“Esa ley marca ya el momento: los principios han llegado plenamente desarrollados, para formar un Código racional de moral verdadera”.


“Por esto hoy las potencias, los plañidores de la ley dogal, presienten lo inevitable y se agitan, se vigilan, se temen, pero estallará el formidable incendio que ha de consumir todo lo que estorbe”.


“Queremos restablecer el equilibrio y se oponen los supremáticos, pero el obrero se une y romperá las fronteras y regirá al mundo todo, una sola ley: la del amor y bajo un solo régimen justo: La Comuna.


“Queremos evitar en lo posible el derramamiento de sangre y nos duele que todo ya no lo podemos evitar, porque se oponen a la igualdad y al amor los que se alimentan del odio y de las supremacías”.


“Pero ilustramos al pueblo, a las masas, y atenuamos los odios y represalias. Más cuando estas masas hoy inconscientes, conocerán sus derechos tantas veces pisoteados: cuando verá que la supremática imposición y la ignorancia en que lo han obligado a vivir lo embrutece; cuando conocerá que la injusticia de la ley hace al pueblo carne de cañón, carne de presidio y del manicomio: cuando verá en conciencia la insidia de las leyes que ponen a la mujer en la pendiente resbaladiza por la necesidad, obligándola a ser carne del prostíbulo; cuando por la ilustración que le damos haga caer esas pantallas que cubren los ojos del pueblo: ‘Quién será capaz de contener toda la ira popular? Nos duele, pero la ley no puede esperar más”.


“Pero hay tales ofensas hechas contra el pueblo, que, aunque la mayoría siente la ley de amor, no es extraño que entre esas multitudes por fuerza haya alguna nota discordante”.


“No es nuestra la culpa por advertirlo; no es culpa del pueblo tampoco; es culpa de los hombres de la concupiscencia, que se atrincheran y hacen esfuerzos titánicos para mantener la mentira un momento más; pero es ya todo inútil: su resistencia ha llegado a la impotencia, ha llegado la hora del desalojo, la mentira será arrancada y ningún estado de la tierra la defenderá más”.


“Toda esa hecatombe la vemos, pero tenemos por deber que quitar esas pantallas que cubren la verdad; quisiéramos evitar esas batallas entre pueblos, para lo cual enseñamos el amor, y en posesión de éste el hombre antes se sacrificará a sí mismo que sacrificar a su hermano”.


“El camino es resbaladizo y arcilloso, pero el amor que sembramos será la arena granosa y ya el paso por la tierra no será un peligro, como lo fue bajo la supremacía civil y religiosa, y para luego decimos: La tierra toda es una sola nación, que el hombre libremente puede habitar y poseer en ley de igualdad conforme al código nuevo; y todos somos una sola y misma familia, pero solidarizada con todas las del universo”.


“Hasta ahora el hombre encuentra en el camino mojones o estatuas que le recuerdan que allí es extranjero; pero ha visto que la misma nube arroja el agua a los dos lados; el mismo sol baña las cuatro caras; las aves cruzan y cantan su mismo canto y la bestia es lo mismo en un lado que en el otro. ¿Cómo es, pues, el hombre extranjero? Esta filosofía ilustra al hombre; con ella rompe esas estatuas y se abrazan los hombres en los dos lados, sellando la fraternidad y clama por fin… todo es de todos en común. La paz y el amor nos une para siempre; la familia se agrandó, somos hermanos y el universo todo nos pertenece por el trabajo y la ciencia. Disfrutémoslo bajo el código de amor”.


Ahora bien; han pasado 9 años justos desde esa suprema lección, hasta que se da en las páginas de esta “Filosofía Austera”, y ya todo lo ha visto el hombre cumplirse, acercándose en estos momentos 4 de marzo de 1920, el Consumátum est de todo.


Han corrido ríos de sangre y aún la supremacía ahogándose en ella no cede de voluntad, que sería cordura y tendría la atenuante del rendido a la evidencia de la razón soberana de la mayoría, que les abriría sus brazos de hermanos.


¿Por qué temen? ¿Es que hacen conciencia de las infinitas ofensas hechas al pueblo? ¿Es que piensan que el pueblo tenga un propósito de venganza? En cualquiera de los dos casos manifiestan su maldad. Pero si en el primero al hacer conciencia, confesaran hidalgamente nos habíamos equivocado… entonces verían que el segundo pensamiento no sería más que el resultado de su error.


El pueblo es siempre noble y razonable; se contenta con poco para satisfacerse en su vindicta; le bastaría ahora en su irreductible voluntad de establecer la Comuna Universal de Amor y Ley, que sus eternos verdugos confesaran su equívoco. Sería el primer acto de cordura que anotara la historia de los causantes de todo el mal mundial y se evitarían tremendas hecatombes y destrucciones y los pantanos de sangre que forzosamente habrá de derramarse, por causa de su incalificable y sin razón persistencia.


La Rusia ha encharcado su suelo con la sangre de sus verdugos, porque aún trataron de subyugar a la mayoría. En su ceguera y orgullo supremático y bestial: no pudieron ser psicólogos y cayeron arrastrados por el Simún al foso que ellos mismos se cavaron. ¿Será saludable ejemplo para los demás enemigos del pueblo, supremáticos y parásitos de todos los demás países? Nos tememos que no. Nosotros prevenimos y advertimos lo irremediable, como lo hemos descripto en los puntos transcriptos entresacados de nuestro archivo, previniendo al mundo, todo lo inevitable.


El darle cabida en las lecciones de esta filosofía, tiene dos fines buenos: de justicia uno para que la historia juzgue en verdad, porque ya vemos que se planea esa historia, toda una mixtificación burda y absurda, tendenciosa, de odios y rencores, dejando las armas preparadas para una nueva hecatombe, que nosotros no podemos consentir y para lo cual cuando dijeron paz, sabiendo nosotros que la guerra no había muerto, contestamos: «Han dicho paz y no habrá paz»; y paz no hay, ni la habrá hasta que se haya asentado La Comuna Universal, bajo la ley de amor y su código de leyes que, los llamados maximalistas bolcheviques o como se quieran denominar, tendrán que aceptar, mejor que aceptaron el terror, ya que se imponía el dilema de morir o matar.


A nadie puede asustarle la Comuna de Amor, legislada en la más alta justicia de trabajo y usufructo, porque ya la ley máxima ha señalado su momento y la balanza se pone en su fiel, por lo que toca en su contacto las secretas llaves de las fuerzas centrales del mundo y éste, la naturaleza, hace sus demostraciones y… parirá la tierra un nuevo hijo y la noche no será más en la tierra. También esto pertenece sólo al día del reinado de la comuna que es el reinado del espíritu.


Si el régimen comunal sin fronteras y sin parcelas no lo tuviera ya esta escuela codificado, lo expusiera aquí para que vieran los hombres su bondad y su sencillez. Pero si por sólo el hecho de que el maximalismo (terrorista por la fuerza opuesta de los supremáticos), si porque el maximalismo o bolcheviquismo digo, la religión católica y el cisma protestante, idean comunismos retrógrados como ellos, con el solo fin de decir: «Nosotros somos comunistas»; si nosotros declaráramos ahora nuestra comuna, esos eternos parásitos, padres sin hijos, pero maestros de la falsa moral y causa de todo el mal mundial aún querrían idear la introducción de sus maldades en la comuna de amor y sería un trabajo más que habría que hacer, lo que es perder tiempo y no estamos para ello.


Libro: Filosofía Austera Racional Quinta Parte

Autor: Joaquín Trincado

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