Desde Adán hasta Moisés
- EMEDELACU
- 20 jun 2023
- 21 Min. de lectura

137. Ya va en marcha pujante la raza Adámica; ya llevan por todas partes la doctrina de Shet, llamada luego, Vedanta; Veda, o de Adán y Eva, permitido en ley, porque Shet era su hijo; y lo que es de los hijos, es de los padres; como lo de los padres, es de los hijos en ley natural.
138. Mas se iniciaron matanzas de odio, porque los primitivos (esto fuera de la India) en cuanto veían un ejemplar de la raza nueva, era su bocado codiciado para sus dioses y servidores, por lo que, en ley, el Investigador, autorizado para ello por sus poderes y previa venia del Consejo del Padre, prohibió la reencarnación de los espíritus primitivos; hasta que hubieron encarnado y dejado semilla metamorfoseada, todos los desterrados, que aunque eran supremáticos, eran sabios y comprendían la ley Veda, o Shética, porque no era otra que la que no habían querido acatar en el mundo del que fueron desterrados, al tiempo de su liquidación.
139. No ignoraba el Investigador, que aquellos espíritus eran supremáticos, pero tenían conciencia de lo que habían perdido y de que eran más fuertes los primitivos de la tierra en fiereza supremática, y llevaban siempre la fija de perder, si no acataban aquí tampoco aquella ley; y así, encarnaron y procrearon los caídos, muchas generaciones, hasta cubrir la tierra, estando entre ellos siempre, como hombres, los misioneros; que para no desarmonizar, tenían que ir reformando costumbres por el progreso, sin abolir religiones e instituciones, si no debilitándolos, tanto como reforzaban la raza nueva y el imperio de la justicia.
140. Se podría objetar aquí, que se coartó la libertad de los primitivos; pero no es así, porque lo que se hizo fué prohibir el libertinaje que era lo que tenían; del que aun tenemos restos que afean la obra del progreso; tal era el desarrollo del libertinaje; y además, el Investigador, si había de regenerar a la humanidad, en el tiempo que le marcaba la ley, muy perentorio por cierto, comparado con más de 44 millones de siglos que existían sobre la tierra aquellas figuras de hombres, que cada vez se refinaban más en el libertinaje. No podía la ley negarle ningún medio conducente al fin deseado e impuesto por la misma ley; y sobre todo, se había venido a investigar la liquidación y esto, en toda ley, pone en entredicho a los investigados. El entredicho, es la suspensión de garantías sociales y constitucionales; y en esos casos, sólo hay por ley, las disposiciones del Investigador. Registrar todos los códigos de la tierra y veréis escrita esa doctrina y apoyada por el pueblo.
141. Se les retuvo, pues, por un bien mayor para ellos, puesto que así, aunque conservaban en su espíritu todas las tendencias, efecto de la causa materia, que se las originó; purificada un tanto esa materia (por el uso de los desterrados), cuando volvieran a encarnar y con lo que se les había enseñado como espíritus y la mayor malicia que habían de heredar en sus cuerpos, se llegó a la convicción, de que la tierra, la humanidad de la tierra, matemáticamente, en el tiempo marcado en su rol, estaría en mayoría el número de regenerados y Shet, previo consejo de familia, así se lo ofreció al Padre, durante la existencia de Noé, cuyos hijos, hermanos, mujer y nietos, eran los mismos 29.
142. Por este hecho, pudo Moisés decir, que el Padre le prometió a Noé que no habría más diluvio; y que podía dar suelta a los animales que guardaba en el arca, lo que quiere decir, que se había puesto orden, por dominio, en la jaula que estudiamos al principio; y por tanto, se habían sujetado las aguas del diluvio de las pasiones; y entender que, sujetar, no es dominar; sino retener los efectos, de sus causas, dando tiempo a preparar el dique que las contenga en equilibrio con la menor presión posible, como hace el ingeniero en sus tanteos, donde ha de fundamentar un dique importante y luego, toma todas las medidas y por fin, elige científicamente los materiales; es este paso, el que quiere representar Moisés, en Noé y su familia.
143. Que fué acertado el plan del Investigador y aceptado por los consejos del Padre, lo dice el hecho histórico y material del Testamento de Abraham; cuyo documento, alianza entre el Padre y sus hijos de la tierra, le fué dictado a Abraham, por el Maestro Espíritu de Verdad, donde le promete que en su hijo, multiplicará su simiente, sobre toda la faz de la tierra.
144. Ese documento fué escrito por Abraham, en una piel de cordero y sabréis donde luego lo quedó con otro instrumento; pero será en su día aunque muy pronto; pero os aseguro (lo que ya sabéis), que ese documento pasaba sólo al primogénito jefe del pueblo que fundó Jacob, nieto de Abraham.
145. Jacob, hijo de Isaac, no era en ley humana el primogénito en nacimiento; pero lo era en ley divina, por concepción, y aquí hay hondo misterio. Hay una coartada del Jefe supremático de los espíritus primitivos y no es de este libro; es mucho más profundo su estudio y donde corresponda romper ese velo, se romperá; por lo que dejo este caso, poniendo a vuestra consideración, tres casos de aquella familia, para que vayáis viendo, que algo anormal pasaba, para que de los dos gemelos, el primero fuera todo peludo y oscuro y el segundo rubio y blanco. Siendo Isaac joven, fuerte y blanco y Rebeca, hermosa y exuberante, blanca de carnes y cabello castaño; y el otro caso, que antes de llegar a sacar los pies el primero del vientre de la madre, saca las manos el segundo, asido del calcañal de Esau; y por fin, que antes de la mayor edad de ellos, Isaac queda ciego y así bendice a Jacob, como primogénito, preparado por su madre, que debe querer al igual a los dos; pero las madres tienen muy clara percepción de las cosas del Creador y sobre sus hijos, rara vez y ninguna vez se engañan; y Rebeca no se engañaba, porque Jacob era el Espíritu del mismo Shet, el Investigador.
146. Es cierto, que Abraham subiese al monte a sacrificar a Isaac; porque habiendo recibido la promesa de multiplicar su simiente, cuando aun no tenía hijos de Sara, lo tuvo, haciendo lo que le había sido mandado en visión por Gabriel, uno de los del tribunal permanente espiritual y protectores y correos del Investigador y los misioneros, era necesario apurar la prueba de la fé, por las obras, antes de entregarle la alianza del padre con sus hijos pródigos de la tierra.
147. No prevaleció la coartada jugada en el mismo acto de la concepción de Jacob, para ponerse delante de él en ley humana el espíritu jefe de la raza primitiva, venciendo así a la raza Adámica; pero Gabriel y los del tribunal permanente, advertían en todo momento las emboscadas de los primitivos; y esta vez, Rebeca, desde el acto de la concepción, vió lo que había y obró luego en Justicia, anteponiendo Jacob, a Esau, que luego legalizó ante las leyes y costumbres humanas, comprándole el derecho de primogenitura, por la que Esau pidió un plato de lentejas guisado por Jacob, lo que indudablemente indica una supremacía, aunque pobre.
148. Esau, Jefe supremático de los espíritus primitivos, si salió derrotado por el poder de la justicia divina, habíase vencido a sí mismo y se rehabilitó en la raza Adámica; pues no en vano había tomado en su alma, la parte correspondiente en la ley de la creación, de el alma de sus progenitores Isaac y Rebeca, pasándole una cosa semejante a aquella metamórfosis que hemos observado en la fusión de todos los seres de la tierra, en el cataclismo que ésta sufrió para engendrar al hombre, que todos perdieron en exuberancia y lo ganaron en finura y belleza; y Esau, quedó por esta fusión, con su alma, soldadas las roturas; y por la educación recibida y el ambiente de familia, sabría ya regularla y gobernarse a sí mismo y ser jefe de sus actos.
149. Mas hay que notar, que los resabios, no se quitan en mucho tiempo; y ahora, cuando meditaba su derrota, se enfurecía contra su hermano; pero Rebeca, que vigilaba, mandó a Jacob retirarse a Padam-Haram, para tomar mujer, de la casa de Labam, según el designio de la Justicia; porque allí estaban hechos carne, espíritus de los 29, porque las leyes divinas todo lo preparan al centímetro y al segundo con todo lo necesario, por más complicado que sea el engranaje de este mecanismo; y de esto, luego darán fe todos los hombres, una vez que hayan roto los valladares que hasta hoy han tenido.
150. Salió Jacob, ya investido de los adminículos de Primogénito, consistentes, en un frasco de aceite, báculo y bordón, llegando en su primera jornada a Luza y durmió al campo raso, teniendo la visión de la enigmática escala, que partiendo del suelo, se perdía en las alturas del espacio y por ella subían y bajaban continuamente, seres, estando en la cima, un ser superior, que en lo humano llamaban Jehová, que le prometió a Jacob, como a su abuelo, multiplicar su simiente, sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra.
151. El espíritu en luz, no se espanta; pero en cuanto está encerrado en un cuerpo que le opaquiza la inteligencia un tanto (lo mismo que sea el hombre, ángel o demonio), la materia teme y se espanta; y al despertar, Jacob tembló, por haberse dormido en la casa de Jehová; y comprendió lo peligroso que era para el hombre el sueño de su alma y la ignorancia de no saber el hombre en todo instante, dónde sienta sus pies y espantado dijo... ¡Cristo!...
152. ¡Cristo! ¡Palabra terrible que ha traído a mal andar a la humanidad, durante una veintena de siglos! Porque, saber, que la palabra Cristo, en el Hebraico, significa peligro; y Jacob, para no olvidar este peligro, ungió con aceite la piedra sobre la que durmió y la alzó y la llevó consigo y la entregó después a su primogénito, con el secreto en la palabra “Cristo” que les serviría a todos los hijos de Israel, de santo y seña, para conocerse y prevenirse de los peligros; y esta piedra, es aquel instrumento que atrás dije, que Moisés dejó con el testamento: este instrumento está en un lugar prominente de la tierra, después de una tremenda odisea, que está ya historiada con grandes pormenores.
153. Queda sentado cómo fué creado, y qué es el Cristo que tantos lutos había de dar a la tierra y hoy es el apoteosis de sus hazañas, por el error de los cultivadores de mentiras y malversores de la verdad y amantes del libertinaje y de la supremacía; aun no han descubierto la historia del Cristo, al que siendo el peligro de la humanidad, lo han hecho Dios; pero dios y los dioses ídolos, son insaciables en su concupiscencia, por el hecho de que son una quimera; no son personales y el Cristo, peligro anunciado, e imagen de espanto, hoy sacudió su espinazo, su cola y sus cuernos y ríos de sangre corren, donde se baña; y tan abundante, que es cual nunca fué igual y llega a la boca de los caballos la sangre de los hombres, como había dicho el profeta: pues todos los que luchan son cristianos de todos los matices, cumpliéndose el peligro que Jacob anunció hace 40 siglos, cuando aun el Cristo no era ídolo.
154. Ha vivido Jacob 16 años en casa de Labam su tío; pero notar que lo llama hermano; y es en sabiduría, respondiendo precisamente al cargo de primogénito que, aunque como tal puede mandar, obedece a las costumbres del lugar y sufre los engaños de Labam, hasta que era llegado el tiempo de formar un pueblo con su misma descendencia; y en espíritu, sus hijos, eran de los misioneros, de los desterrados y de los primitivos, porque en ley, tenía que regenerar y unificar a todos los seres de la tierra.
155. A su vuelta, avisó a su hermano Esau, al que había donado toda la hacienda de sus padres y aun le ofreció un buen presente, del producto de su trabajo; esto, en ley divina, representa que el legislador, moral y materialmente, trabaja para todos, sin tener en cuenta diferencias ni menosprecios ni ultrajes personales; pero no transige, en lo que toca a su mandante.
156. Jacob no hizo religión para su pueblo; donde quiera que hubiera de adorar a Jehová con actos exteriores (de que la materia y el alma necesitan para su expansión), allí levantaba altar, de momento, y no quedaba en la rutina.
157. También, como hombre, Jacob se vió en el conflicto de haberse interpuesto un espíritu de los primitivos para su primogenitura, que según la ley y costumbre del lugar, el primogénito debería ser Rubén, nacido de Lea.
158. Mas Lea, no es la mujer que Jacob ha elegido; es Raquel. Y en ley de justicia divina, que no se somete a leyes de capricho, el primer hijo que Raquel pariera, era el primogénito; y así fué en verdad, José, al que Jacob, por justicia, lo distinguía, no en lo personal para hacer diferencia de sus otros 11 hijos, sino porque hasta niño lo había requerido, revelando sus visiones, que sus hermanos comprendían y no se avenían a su superioridad, por lo que lo sentenciaron a muerte y engañado, lo sacaron al campo, tirándolo a un pozo, pero que por acuerdo lo sacaron y lo vendieron a unos comerciantes, los que lo llevaron a Egipto y lo revendieron, quedando Jacob en la tristeza.
159. Mas nada ni nadie venció ni vencerá a los decretos del Creador y, ahora, la tierra no produjo lo necesario a la subsistencia; pero José, de esclavo, había ascendido a ministro del rey de Egipto, porque le explicó a Faraón un sueño que se cumplió; y por él, José, llenó los graneros, para los años de escasez.
160. Los hijos de Jacob (como todos los de aquella tierra), hubieron de bajar a Egipto por trigo; y presentados a José, éste los reconoció y supo (sin mostrarse), de su anciano padre y del hermano menor, y exigió que le llevaran el joven su hermano Benjamín, porque sabía, que no queriendo su padre separarse del joven que le consolaba un tanto la pérdida del otro, no vacilaría en venir también el anciano; y aunque con muchas incidencias, así pasó, triunfando aquí también la justicia y acabó Jacob sus días, bendiciendo el primogénito de ley divina y quedaba fundado un pueblo, que llevaría la ley a su término, venciendo todos los obstáculos de la raza primitiva.
161. Aquel pueblo cayó esclavo, una vez que faltó José, porque la supremacía olvida los beneficios, tan pronto pasa el peligro; pero la esclavitud precisamente, los unía en más compacto haz y se multiplicaban por sus leyes, hasta el caso de que, desde Jacob a Moisés (cuatro siglos escasos) de aquellos 12 varones que se distribuyeron en tribus, pero bajo un solo régimen de gobierno y de doctrina, la Veda, que era el mismo sánscrito y con su secreto testamento, más el santo y seña “Cristo” y el instrumento que lo motivó y lo recordaba, la piedra, que más tarde, otros la llamaron Fatídica, en esos cuatro siglos, repito, de aquellos 12 hijos de Jacob, sólo en Egipto, sumaban dos millones de seres y, Faraón temblaba, porque nunca pudo conseguir doblegarlos, ni empobrecerlos.
162. Llegó Faraón a temer tanto a Israel su esclavo, que pensó en aniquilarlo, por una ley tan arbitraria como inhumana; y esa ley fué, que “todo varón nacido de los Israelitas, fuese muerto al nacer”; la justicia divina, tendría que poner remedio inmediato a este inminente peligro y lo puso; primero, por el valor y sabiduría de Israel, que estaba dispuesto a defenderse a toda costa; pero el jefe, que era el primogénito de la Casa de Levi, dió las órdenes concretas, para que toda mujer Israelita se encerrara en su casa, desde el sexto mes de su embarazo; que los varones nacidos, se ocultasen hasta ser mayores de 15 años; sólo en algunos casos excepcionales en que no fué posible ocultarlos, fué cumplida la inhumana ley faraónica, que cara le había de costar más tarde.
163. Fueron llamadas las parteras de Israel, porque el número de varones crecía, a pesar de la ley de matarlos al nacer; pero en poco estuvo que no tuviera Faraón que indemnizarlas, puesto que, “no eran llamadas (dijeron) y si acaso, las llamaban tarde”: pero además dijeron: “como las mujeres Israelitas no son como las Egipcias, sino más fuertes y robustas, paren antes de que llegue la partera y besan a sus niños. ¿Quién será capaz de quitarles su cría después de besarlo?” ¡Oh qué sabiduría y santa altanería encierra esa contestación! Es verdad. ¿Quién es capaz de arrancarle de sus brazos su niño a una madre, después de haberle dado el ósculo de amor y su vida por sus pechos?. Sólo las madres pueden contestar y sólo el amor puede dar tal valor a las madres. ¡Bendito amor, por el cual todo es grande y todo se regenera! Clamemos al Padre, porque pronto el amor reine.
164. Mas esperaba Israel su liberación con la fé de las promesas hechas a sus padres; y bajo esa ley brutal, nace un niño en la casa del jefe de Israel y éste, no puede ocultarlo, porque el pueblo, en la individualidad, no compromete a la nación; pero un hecho del jefe compromete a todo el pueblo y el niño, había que sacrificarlo, o exponer al exterminio a todo el pueblo; pero hay el Consejo del Tribunal permanente y Jacabel, madre del niño, recibe de Gabriel las instrucciones y ella misma calafateó una cesta y en ella lo puso; y esperó la hora en que la princesa, hija de Faraón bajaría al río a bañarse y entonces puso la cesta en las aguas, que la corriente llevó río abajo: al entrar la princesa, vió la cesta y oyó lloros y al abrirla, dijo: “de los Israelitas debe ser este niño, pero es hermoso y lo quiero para mí”. “Porque de las aguas lo saqué” que en Egipcio, toda esa oración se recopila en Moisés.
165. Jacabel había mandado corriendo a su hermana María, para que le ofreciera a la princesa una ama para el niño y la princesa aceptó y, al niño le dieron por nodriza a su misma madre, burlándose así la ley divina, de la ley arbitraria del supremático, que aun le hace pagar el crianzo del que lo había de derribar para siempre, de su fama y orgullo.
166. Pasemos por alto la vida del infante y sepamos sólo, que la princesa lo amaba y que por aquel acto, quedaba sin efecto el decreto inhumano (aunque no derogado), y entre tanto, nació otro hijo de la misma Jacabel, y fué Josué, que no pretendió la Primogenitura, porque, por Jacabel su madre, sabía que Moisés era el primogénito y jefe libertador del pueblo.
167. Un hecho sacó a Moisés del palacio de Faraón a la edad de 40 años. Salió de paseo y vió reñir a un egipcio y un israelita; intervino con tan mala suerte, que de un golpe de vara, mató al egipcio y lo enterró; más fué visto.
168. Pocos días después, vió otra riña y quiso mediar; pero uno de los contendientes le dijo: “¿Qué, viene a matarme a mí también y a enterrarme como hizo ayer con el egipcio?”. Ante este peligro, Moisés se marchó de Egipto y no a escondidas, sino previo consejo de su hermano Josué y los ancianos, hasta que Jehová ordenara el momento de la libertad, para lo que acordaron que, “toda casa de Israel, fuera marcada con una señal que era una estrella de 6 puntas, formada por dos triángulos, llamada Estrella de Jacob”.
169. Moisés, se dirigió a la Siria; pasando el Mar Rojo y al pie del Sinaí, encontró unos rebaños que guardaba una joven, hija de un sacerdote egipcio, que no estaba conforme con los ídolos faraónicos y sí lo estaba con la doctrina de Israel; por lo que se había retirado de Egipto y estableció su tienda, en la cima del Sinaí.
170. Moisés, abrevó las ovejas y la joven; ésta subió a la tienda y dijo a su padre el encuentro del mancebo y cómo había abrevado el ganado; y Jettro, cuyo era el nombre de aquel sacerdote, reprendió a la hija, porque no le hubiera pedido que subiera a comer pan; la hija corrió y subió de la mano a Moisés, al que Jettro conoció y sabía quién era, ofreciéndole su hogar, dándole su hija por mujer, con la que tuvo dos hijos.
171. Moisés, recibía frecuentes visitas de Josué y esperaba el momento que Jehová ordenaría la libertad del pueblo; entretanto, escribió el Génesis, ayudado por Jettro; pues ambos tenían facultades medianímicas, además que sabían la Cábala y eran doctos y sabios de la escritura; pero Moisés, tenía el Testamento Secreto de Abraham, el que, ni aún Jettro conoció hasta el momento de partir Moisés, pues lo dejaba tutor de su mujer y sus hijos, y debía saber ese secreto; mas Jettro en su espíritu, era uno de los 29 en la familia misionera.
172. Pasamos por alto las plagas y conversaciones o promesas y negativas de Faraón para dejar salir voluntariamente al pueblo de Israel, que sólo era a causa de las grandes riquezas que se había de sentir Egipto, de la fortaleza y laboriosidad del pueblo de Israel, vacilando, entre dejarlo marchar, o declararlo libre; pues en ambos casos, era la destrucción del Egipto fuerte y poderoso, como nación faraónica.
173. Con la salida de Israel, se marchaba la fortaleza y la producción y Faraón, de grande, quedaba pigmeo; y dándole libertad, su reino había acabado y sería reino de Israel, del que Faraón no podía ser su rey.
174. En Consejo Político, se veía este difícil dilema y no se atrevían a abordarlo; entretanto, Moisés preparaba la marcha del pueblo, porque era llegado el momento mandado y fué acordado hacer la salida el día de la Pascua, para no despertar sospechas al primer momento; al efecto, quedarían en la ciudad los varones más robustos, aleccionados, para que cuando Faraón llamaría a los varones de armas tomar para salir en persecución del pueblo fugitivo; y para el caso, fueron aleccionándose en el santo y seña Cristo para que por él, no se hiriesen unos a otros, cuando llegase el momento de la batalla.
175. Las mujeres de Israel tenían por costumbre, en las pascuas, pedir a quien tuviera copas, vasos y vajillas de oro, plata y metales, para el servicio de la pascua; y ese año, lo hicieron igual, aunque sabían que no los devolverían; pero dejaban sus casas y sus aperos y sus tierras cultivadas y sembradas, que valía mucho más, que las vajillas que llevaban; pero aun ésto lo repudió Moisés, porque enardecía el odio de los egipcios.
176. Todo preparado, echaron por delante la impedimenta de las mujeres, niños y ancianos y los ganados, dejando sus puertas marcadas con la sangre del cordero de la pascua, por cuya señal, los que quedaban, sabían la salida definitiva del pueblo, sacudiendo la esclavitud.
177. Como pasó el día sin que volvieran de la fiesta, los ministros de Faraón, corrieron los campos y vieron que también los ganados se habían llevado con ellos; publicaron un bando llamando a las armas a todos los varones de la ciudad, para perseguir a Israel y devolverlo prisionero y castigarlo y no faltaron los disfrazados jóvenes que habían quedado, a enrolarse; y estando preparados los carros a los tres días, salieron en persecución.
178. Contaba Moisés con este tiempo de delantera, llegar a tiempo y pasar sin impedimento el Mar Rojo, quedándose él y los varones fuertes en la playa, para presentar batalla; pero la mucha impedimenta, y al encontrar el mar, en pleamar, le obligó a acampar, por no dar muchas horas de rodeo y prefirió esperar el bajamar.
179. Ya había empezado a pasar, cuando fué avistado el formidable ejército, con el estrépito de los carros que se acercaba con gritería infernal; y a la señal convenida, Moisés hizo vibrar su bocina y Josué, acomete terrible con los suyos. Los ejércitos de Faraón se ven acometidos por los de sus mismas filas que, a la voz de “Cristo”, formaban pelotones que deshacían el plan de batalla y así fueron derrotados, no con facilidad, sino en tremenda y larga lucha, que se enardecía, cada vez que Moisés vibraba la bocina. .
180. Hubo un momento terrible, en que parecía que Faraón triunfaba; y Moisés, en previsión, enterró en la arena el Testamento de Abraham, poniendo por señal en medio de la playa, la piedra ungida por Jacob, lanzándose él hacia el ejército, para dar tiempo a que la impedimenta toda pisara tierra Asiria, donde Faraón no tenía acción ni derecho; allí ya estaba Jettro y los hijos de Moisés: aunque los demás cayeran, el pueblo era salvo.
181. Pero fué tal el pánico del ejército, ante el terrible aspecto de Moisés agitando su vara y vibrando la bocina y tan impetuoso el asalto de Josué, que cuando Moisés temía un desmayo de los suyos por el cansancio y los muchos que habían caído, Josué se vé rodeado de grandes pelotones salidos de las filas de Faraón, con la palabra “Cristo”; y, de un poderoso empuje, hacen retroceder las avanzadas, atropellándose e hiriéndose unos con otros, quedando en cuadro y con terreno de una hora, por medio.
182. Aprovechando esta circunstancia y que la marea empezaba a subir, Moisés hace vibrar su bocina en retirada y pasa el mar; lo que visto por el ejército de Faraón, un tanto rehecho de su derrota, tiene la intuición de la venganza y salen en persecución; pero al llegar a la playa, había subido ya mucho la marea y se vieron cortados; lo que, en la superstición, los hizo creer, que el poder de Moisés, había separado las aguas y había pasado por medio de ellas (cuyo relato de esto en Egipto, lo hizo verídico), aprovechándolo Moisés, para amedrentar a los reyes, por cuyos territorios había de pasar.
183. Mas en su retirada, no se acordó Moisés del testamento y la piedra; pero no le importaba, puesto que más tarde, después que los Faraones se retiraran, le sería fácil pasar a recogerlo; y en verdad, que fué triste y terrible el olvido.
184. Los soldados de Faraón, al llegar a la playa y no poder pasar, y porque aunque hubieran podido tenían que pedir permiso al rey de aquella parte de la Asiria, donde ya se encontraba el pueblo de Israel, se vió en toda su derrota y el príncipe se negaba a volver a la ciudad y al igual los capitanes, por temor a las iras de Faraón y más de los sacerdotes, que no podían soportar, que el Dios de los esclavos, fuera más fuerte que el poderoso Dios de Faraón.
185. En estas deliberaciones estaban, cuando ven la piedra (que conocían porque la llevaban los Israelitas a sus fiestas) y un griterío infernal se movió de todas las bocas. ¡Hemos vencido! ¡Hemos vencido! ¡Cayó Israel, que lo abandonó su poderoso Dios!. Y ya no se acordaron de la derrota vergonzosa; ¡tanto podía en ellos la superstición por causa de sus ídolos y sacerdotes, que todo lo atribuían al poder de sus dioses e ídolos, que sólo han hecho lanzar los hombres a la guerra, llenos de odio!.
186. En verdad, era la piedra ungida por Jacob, al pronunciar la palabra Cristo en Luza, desde entonces, ciudad de Bethel; los egipcios que habían oído repetir tantas veces “Cristo” durante la lucha, y conocían la doctrina de Israel, por tanto tiempo su esclavo, que siempre esperaba su libertad, recabada tan de súbito aun contra la voluntad de Faraón y sus dioses, no vacilaron en creer, que tenían consigo el poder del más poderoso dios, en aquella piedra; su nombre no podía ser otro que el que pronunciaban los israelitas en la batalla: “Cristo” y que las doctrinas de los israelitas, eran la verdad que significa Evangelio. He aquí, históricamente, convertido en dios el Cristo con Evangelio y Figura, que tanto horror ha sembrado donde los hombres le han hecho trono, el cual, se ha regado siempre de sangre, como en medio de sangre fué proclamado: pero tiemblen los hombres, porque sangre pidió siempre y lo que nace de una causa, sólo puede dar efecto de la misma causa.
187. Acordaron, pues, aquellos derrotados, no volver a dar explicaciones a Faraón (pues ya eran más poderosos que todos los reyes de la tierra con su nuevo Dios Cristo, tomado a los Israelitas) y, de todos aquellos restos del ejército, formaron una “Brigada”. Cruzaron el Africa, pasaron la Iberia y en su confín, fundaron un reinado, llamándose Brigantinos y fundaron Brigantium, que es hoy Santiago de Compostela, donde sentaron el trono que en fotograbado, aquí reproducimos, debido al estudio histórico de mister Rivert-Carnad.
188. No es de este capítulo, mucho de lo que va a seguir; pero es la confirmación histórica de lo que se ha descrito sobre la piedra de Jacob, la cual es Cristo y para desmentirme a mí, han de desmentir la verdad; y este relato que no es mío, será otro remache de oro de la total verdad de este libro, hasta en aquellos pasajes no explicados, porque no son de estas páginas, más que su anotación; la aclaración es, para cuando el mundo esté en Paz.
189. Leo y copio. Revista “Alrededor del Mundo”. Agosto 29 de 1902 página 147. “El trono de Inglaterra estuvo en España”. “Con el título de: “El Trono más extraño del mundo”, publicamos en nuestro número 91, un artículo refiriendo las leyendas y extrañas peregrinaciones de la piedra que hace las veces de asiento en el trono que usan los Reyes de Inglaterra, para la ceremonia de su coronación, y que se conserva en la Abadía de Westminster”.
“En una comunicación dirigida a la Real Academia de historia, Mr. Rivert-Carnad trata el mismo asunto, aportando datos que son de interés para España. He aquí lo que expresa”.
“Dice la leyenda popular, que esta piedra es la que sirvió de cabecera al Patriarca Jacob, cuando receloso de su hermano Esau, anduvo desde Besabee a Bethel con dirección a la ciudad de Haram en Mesopotamia. Jacob la llevó consigo a Egipto, y la tuvieron en su poder los hijos de Israel, hasta que acaeció el tránsito del mar Rojo”.
“No todos los egipcios que perseguían a Moisés y penetraron en este mar perecieron ahogados. “Aitekes”, hijo del griego Naulo se había casado con Scota, hija del Faraón o Rey de Egipto, y fué con éste en persecución de Moisés. Púsose al frente de los egipcios que no perecieron ahogados en el mar y apoderándose de la piedra fatídica, atravesó todo el norte de Africa, pasó a España y fundó un reino en Galicia, cuya capital fué Brigantium, que la leyenda identifica con la ciudad de Compostela”.
“La piedra sirvió de trono a Aitekes y a los reyes Brigantinos, sus descendientes, los cuales eran sobre ella proclamados y coronados”.
“Uno de éstos, con ocasión de enviar una colonia a Irlanda acaudillado por su hijo Simón Brech entregó a éste la Fatídica piedra, quien la colocó en Themor, hoy Dara, capital entonces de Irlanda donde moraban los escoceses. Fergus, hijo de Fergubar, se trasladó durante el siglo V desde Irlanda a la región boreal de la gran isla Británica con los Escoceses de los que era soberano y que dieron su nombre a Escocia, sirviéndole de trono para inaugurarse Rey de su nueva conquista, la sagrada piedra del destino, que tantos había marcado, traída de Egipto a España y de España a Irlanda”.
“A partir de Fergus I, fundador de la Dinastía escocesa, sucediéronse sin interrupción los Reyes entre los cuales se distinguieron Kenet II, aniquilador de los Pictos, más y más acorralados que habían dominado antiguamente la región, y San Macolmo III, el esposo de Sta. Margarita, el cual el 13 de Noviembre de 1093 murió en la batalla que sostuvo contra Guillermo II el Rojo, Rey de Inglaterra. Entre San Macolmo y Juan Baliolo, que el 2 de Julio de 1296 se vió forzado a resignar su cetro en manos de Eduardo I de Inglaterra, se cuentan 10 reyes soberanos de Escocia”.
“Eduardo I previniendo la ocasión que podía tomarse de la piedra para alzarse otros con la corona de Escocia, trasladó este monumento a Londres aunque no fué medio tan eficaz como lo pensaba porque la muerte le asaltó (7 de julio de 1307) cuando estaba a punto de sofocar por completo la parcialidad de Roberto Bruce, que devolvió a Escocia la independencia y la serie de sus monarcas, diversos de los de Inglaterra, hasta que dos coronas felizmente se unieron en la cabeza del hijo e inmediato sucesor de María Estuardo”.
190. Rivert-Carnad, con ese relato histórico que remitió a la Real academia de la historia, viene a apoyar con puntal de oro mis relatos, que no son leyendas, sino páginas imborrables en el espíritu; lo que no rememora Rivert-Carnad es lo que no le pertenece; que si la cuestión del Cristo y otras cuestiones más hondas y más interesantes le concerniera, también lo habría rememorado y lo habría dicho y hubiera encontrado leyendas, tradiciones y documentos con que comprobarlos, como he encontrado yo su relato, que confirma la odisea de la piedra, a la que Jacob llamó Cristo y sobre la cual Aitekes hizo los Evangelios por la doctrina Veda y las costumbres Israelitas; y vamos adelante.
Libro: Jesús hombre y no Dios
Autor: Joaquín Trincado