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Joaquín Trincado

Confirmaciones

  • Foto del escritor: EMEDELACU
    EMEDELACU
  • 4 ene
  • 5 Min. de lectura


Ya hemos llegado a la cuestión más importante; a la verdad de los hechos de Jesús y María, rica mina de la iglesia católica. En las tradiciones de Judea, Galilea y de toda la Palestina, se confirman los hechos que tengo relatados en mis capítulos anteriores, respeto al nacimiento de Jesús, su verdadera vida y muerte.

           

No se conoce ningún milagro ni hecho sobrenatural, salvo el caso de Tabor, que puede ser tenido por tal por la ignorancia. Doy fe de ello y confirmo cuanto escribí antes de mi condenación a la iglesia católica, porque, sin más datos que las cartas que leí y cuya copia he dado, basta para destruir toda la doctrina dogmática de esa falsa iglesia.

           

En ella queda firmado por el propio Padre legítimo y natural de Jesús, José el carpintero de Nazaret, que Jesús no es Dios y queda con eso desmentida y desecha la trinidad y la obra extra del espíritu santo en las entrañas de la virgen.

           

Pero, aquí un pensamiento me asalta y me lleva algunos siglos atrás y antes de Moisés.

           

No se trata de un pasaje bíblico: es historia muy estudiada y comprobada; el caso de José de Egipto. Nos dice la historia, “que él sabía que habría siete años de abundancia y luego siete de escasez que llevaría el hambre a todos los hogares y, José, previsor, recogió todas las cosechas; y cuando llegó el hambre acudían al faraón en demanda de socorro y el rey les decía: acudid a José; y acudían y José llenaba sus costales de trigo”. ¿Quién no ve en esto el verdadero caso previsto por la providencia? Ha habido ricos años de abundancia de conocimientos y posesión del asiento del Dios Amor y los hombres no se preocuparon y se dejaron venir el hambre del escepticismo y se mató el sentimiento con el embrollo. Pero había el José preparado por la providencia, el de Arimatea, amigo y hermano en creencias de José el carpintero, que, en este caso, éste representa la providencia y José de Arimatea, quizá previendo o avisado por una inspiración, pues era tutor y maestro de Jesús y conservó aquellas cartas, simples pieles que destruyen todo el dogma y la teología de miles de hombres de esa amalgamadora iglesia; es el José previsor. Pícaro José. ¡No haber destruido aquella correspondencia, sobre todo esa carta que he copiado que le llevó en mano el mismo Jesús, en su primera venida a Jerusalén y a los 12 años!... Pero es que, la providencia, tiene las cosas dispuestas y guarda las pruebas de todo aquello que un día ha de necesitar, las manifiesta en casos los más raros y hacen la luz y deja confundidas las tinieblas.

           

Queda, pues, confirmado, que Jesús no es hijo de Dios y si hijo natural legítimo de José con María, la que fue madre de seis hijos más; por cuya fecundidad, por cuya virtud de saber ser madre y ser madre del “loco Jesús”, que con su locura implantó la libertad, la justicia y el amor, la declaro la más virtuosa de las mujeres; la madre más amorosa y más abnegada de todas las madres naturales y no extra, que ningún mérito tendría.

           

Queda así mismo confirmado, que Jesús, si fue un mesías, lo ganó con su esfuerzo, y esta confirmación, destruye todo lo que la iglesia católica sostiene sobre misterios y milagros de Jesús y su madre… incluso sacramentos, resurrecciones y ascensiones en cuerpo y alma a los cielos, los que por añadidura no existen,

           

Queda así confirmado, que Jesús tuvo por maestro a José de Arimatea, del cual sabemos por la historia, que era un sabio; pero que yo lo encontré presentando a Jesús en la Kábala[1], (1) donde, por lo que he visto, puede estar el asiento del Dios Amor y allí estudió Jesús, sus doctrinas de amor: pero allí se me ha dicho, no que aprendió; sino que las “rememoró” lo que quiere decir, que ya las sabía… ¡Dios mío!... Caiga para siempre, el velo que cubre a mi alma la luz de la verdad; ya veo tu asiento; más aún quiero estudiarlo; yo no quiero error; quiero mostrarte claro. “Aquí las rememoró” me dijeron; yo tampoco tengo títulos académicos y ahora veo claro un punto que es la verdadera sabiduría y un universo de ideas y un océano de luz se presenta y disipa mis tinieblas: comprendo lo que nunca comprendí, ¿lo sabía yo también?...          

           

Estudiemos lo siguiente:

           

He seguido los pasos de Juan y Jesús; los he visto estudiar (rememorar) en cosas que la iglesia católica prohíbe a sus secuaces bajo las más horribles penas y que entonces era prohibido por los sacerdotes. Los hemos visto en sus predicaciones, poner en manos de sus discípulos el cordón del velo que cubría la verdad, para que a su tiempo lo descorrieran; y en todos los casos, les mandaban amor.

           

En mil casos, las profecías anuncian a uno, ya como humilde cordero, ya como faro de luz y siempre como portador de la libertad, de la justicia y del amor; y los hechos de Jesús no dejan lugar a dudas de que, si él no era el anunciado mesías salvador de la humanidad, por lo menos es su portavoz, puesto que lo anuncia.

           

De Juan, fue profetizado por Zacarías su abuelo, en este canto, todo lo que venía a hacer:

           

“Bendito el señor Dios que nos visitó y nos hizo la redención de su pueblo, como nos lo dijo desde el principio”.

           

“Se hará la salvación de nuestros enemigos, y le serviremos sin temor en santidad y justicia delante de Él todos los días de nuestra vida, conforme a su santo concierto. Tú empero ¡Oh niño! profeta del altísimo serás llamado, porque irás delante de la faz del Señor para aparejar sus caminos; dando ciencia de salvación a su pueblo para remisión de sus culpas; por las entrañas de misericordia de nuestro Dios para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, encaminando sus pies por el camino de paz”. ¡Qué doctrina tan hermosa y tenerla debajo de un paño negro, para que su luz no trascienda!...

           

Si la iglesia católica hubiera querido cumplir la misión que Jesús encomendó a sus apóstoles, habría divulgado cantos como éste, que hablaban al alma; pero precisamente ha hecho todo lo contrario y por eso tengo yo que hacer con la religión católica, lo que Juan y Jesús con la de los judíos; desenmascararla y condenarla.

           

Juan y Jesús, la escuela de Gamaliel y la Kábala de Jerusalén, enseñaban amor, con justicia, libertad, fraternidad y vida eterna progresiva y lo canta Zacarías al nacer Juan. “Para dar luz a los que están en sombras de muerte”. ¿Luego aquellas escuelas enseñan la inmortalidad del alma? ¿Es esto cierto?... y aún más: hasta la transmigración de las almas, y, por tanto, la reencarnación. Oigamos a Jesús.

           

Preguntado que fue respecto a Juan, contestó: “Su voz es de Juan, pero su espíritu es de Elías”, y otra vez: “Si lo queréis recibir, él es el Elías que ha de venir”, y en su juicio, habiéndole interpretado el Pontífice sobre Moisés contestó: “Yo, fui antes y después de Moisés”; y en sus predicaciones, encuentro “El que no renaciere de nuevo, no entrará en el reino de los cielos”. Y por fin, aunque con diferente fin e indigna explotación, lo afirma mi condenada iglesia.


  1. Entended ya que la “Kábala” es la “Escuela Escénica” o de los “Esenios” (Ancianos) que Moisés fundó al retirarse del pueblo por causa de los sacerdotes y allí encerró todos sus secretos.

 

Libro: Buscando a dios y asiento del dios amor

Autor: Joaquín Trincado

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